El lunes en Carabayllo el excongresista Óscar Medelius y su copiloto Juan Miguel Huidobro García fueron asesinados de 20 balazos por sicarios en motocicleta a plena luz del día en el cruce de las avenidas Universitaria y Camino Real. Este crimen se suma a una larga lista de actos delictivos que han sembrado el terror en la población bajo la más alarmante impunidad.
Solo la semana pasada se produjeron diversos asesinatos solo en Lima y el Callao. En Huachipa, un taxista fue acribillado, y las autoridades investigan un posible ajuste de cuentas o extorsión. En Bellavista, sicarios atacaron a dos amigos, lo que resultó en la muerte de uno de ellos por un disparo en la cabeza. En San Juan de Lurigancho, una mujer fue asesinada a balazos en la puerta de su casa. Se está normalizando una vida bajo el terror a vista y paciencia de las autoridades.
Y ahora la extorsión, que en los últimos meses ha afectado a pequeños empresarios, transportistas y emprendedores, también ataca a médicos y odontólogos. Un informe de El Comercio reveló que criminales exigen hasta S/50.000 por cobro de cupos.
Como indicamos en estas páginas hace tan solo unos días, “si el Estado tuviese que reducirse a un solo objetivo específico, este sería la protección física de la vida de sus habitantes”. Es necesario un urgente cambio de estrategia en la lucha contra la delincuencia, que ha perdido cualquier temor y actúa campante y a sus anchas, porque, lamentablemente, se sabe impune a plena luz del día.
La solución no pasa solo por mandar policías a las calles y comprar patrulleros. También se tiene que combatir la informalidad, que deriva en ilegalidad y genera un terreno fértil para la extorsión. Sin una mirada integral a este problema, no veremos ningún cambio.