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La estabilidad y continuidad de las políticas que se llevan adelante en todo ministerio son esenciales, pero si hay uno en el que estas son literalmente indispensables, es el de Economía y Finanzas (MEF). El manejo de esa cartera tiene que inspirar confianza en los agentes económicos y ofrecer previsibilidad a los inversionistas. A pesar de eso, en los menos de dos años y medio transcurridos desde que la señora asumió la presidencia, hemos tenido ya cuatro responsables del sector. Por falta de resultados, algunos de esos relevos parecieron convenientes. Pero ese no es el caso del reciente licenciamiento del ahora ex ministro

En el contexto del recelo general que este despierta entre la ciudadanía, Salardi daba la impresión de ser una isla. Había declarado que no pensaba echar más dinero de los contribuyentes al pozo sin fondo de Petro-Perú, había avanzado con un interesante “shock” desregulatorio que buscaba dinamizar la actividad empresarial y había anunciado el cierre de programas que le generaban al Estado un gasto absurdo, contribuyendo al alarmante déficit fiscal que padecemos hace varios años. Sin embargo, dos días atrás, cuando la mandataria realizó el ajuste inicial del gabinete (que, al parecer, tenía como propósito evitar la inminente censura del primer ministro Gustavo Adrianzén), lo retiró sorpresivamente del puesto para colocar en su lugar a uno de sus hombres de confianza: Raúl-Pérez Reyes, al que sacó de la cartera de Transportes y Comunicaciones. La salida de Salardi ha generado suspicacias, asociadas principalmente a una eventual tentación del Ejecutivo de relajar la administración de la caja fiscal con fines políticos. Una posibilidad, de hecho, era que se quisiera negociar con algunos parlamentarios con obras para sus regiones a cambio de que votasen en contra de la referida censura. Aunque, en general, la enésima confirmación de la abrumadora impopularidad de la gobernante en las encuestas hacía temer un dispendio de los dineros públicos.

Sea como fuere, lo cierto es que los gremios más representativos del sector privado, como la Confiep y la Sociedad Nacional de Industrias, han expresado su preocupación por el cambio. En particular, Jorge Zapata, presidente de la primera de esas instituciones, ha declarado que “se está dando una muy mala señal”. De una presidenta que no habla con la prensa hace más de 200 días, no cabe esperar ninguna explicación al respecto, así que solo queda confiar en que el ministro Pérez-Reyes exhibirá al menos la misma seriedad que su antecesor en el cargo.

Editorial de El Comercio

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