Editorial El Comercio

A todos nos gustan las buenas noticias. Por eso no fueron pocos los que celebraron el anuncio del Ministerio de Economía y Finanzas () respecto de su nueva proyección para el crecimiento del PBI de este año: nada menos que 4%. Con excepción del 2021 –después del rebote de la pandemia–, el 2025 sería el año de mayor expansión del producto desde el 2018 si se cumple el pronóstico del ministerio. Ello significaría más y mejores empleos, menor pobreza y cuentas fiscales más sólidas.

Varias de las condiciones que enfrenta la economía peruana son, sin duda, positivas. Los precios del cobre y del oro siguen sumamente altos, la inflación regresó ya al rango meta del BCRP, las tasas de interés han venido bajando, y la aceleración de la demanda interna durante la segunda mitad del 2024 es una señal de fortaleza muy clara, solo por mencionar algunas variables.

Más aún, el “shock de desregulación” que anuncia el titular del MEF,, va por el camino correcto. El país necesita sacudirse de las cargas burocráticas que retrasan o impiden el avance de la inversión. Este proceso de limpieza debe hacerse con cuidado, pero también con firmeza. Aquí el acompañamiento adecuado del sector privado es indispensable. La nueva cercanía del MEF con los gremios –que viene publicitando en las últimas semanas– debe ser suficiente para orientar a las autoridades respecto de los cuellos de botella regulatorios que más entorpecen las inversiones, pero no tan estrecha como para que se quiten controles necesarios o que se repartan regalos tributarios en forma de exoneraciones o subsidios.

Comentario aparte merece lo realista de la proyección del MEF. La mayoría de los analistas económicos y del sistema financiero anticipaban, a finales de enero pasado, un crecimiento del PBI del 3% para el 2025. En sus últimas proyecciones disponibles, el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo ponía en 2,6%, y el BCRP en 3%. Es decir, aquí el MEF ha tomado una decisión clara de desmarcarse del consenso para enviar un mensaje. No es imposible, dado todo lo anterior, cumplir con la meta del 4%, pero tampoco sería la primera vez que el MEF peca de optimista para luego salir chamuscado y con la imagen mellada, intentando justificarse en lo que todo el resto anticipó desde el inicio. Esperemos que esta vez tengan razón.

Editorial de El Comercio

Contenido Sugerido

Contenido GEC