Debates se realizarán el 23 y 30 de setiembre. (Foto: Andina)
Debates se realizarán el 23 y 30 de setiembre. (Foto: Andina)
Editorial El Comercio

Debido a la crisis política que ha vivido el país en los últimos meses, las , incluyendo la elección por la Alcaldía de , no han gozado de la atención de años anteriores. El escándalo de los ‘CNM audios’ y la subsecuente crisis de nuestro sistema judicial y político, así como la tensión entre el Ejecutivo y el Legislativo en torno a la reforma judicial y política (que llevó al Gobierno a solicitar una cuestión de confianza ante el Congreso, finalmente otorgada el miércoles), han dominado la agenda capitalina y nacional.

La cantidad de aspirantes por Lima (20) tampoco ayuda a tener en mente los nombres de los contendores. Es difícil que la ciudadanía se acuerde de tantos candidatos –sin contar aquellos que participan en su distrito–, y pueda diferenciar entre todas sus propuestas. Quizás ello explique por qué el 52% aún no tiene decidido su voto en Lima, según la encuesta de El Comercio-Ipsos de setiembre.

Es en este contexto que se llevará a cabo esta noche el primer debate entre los candidatos para Lima, organizado por el Jurado Nacional de Elecciones. En esta primera contienda, han sido invitados 10 de los 20 aspirantes. Los restantes se enfrentarán en el segundo debate, programado para el 30 de setiembre. Cada candidato tendrá un minuto para exponer su visión para la ciudad. Luego, en duplas o tríos, discutirán sus propuestas en torno a seguridad ciudadana, transporte, la prioridad que le darán a las poblaciones vulnerables y un tema libre a escoger por cada uno , y atenderán las dudas de la ciudadanía.

Los temas por discutir en estos debates son importantes, ya que, como hemos señalado en esta página, lo más resaltante de este proceso electoral es que muchos candidatos ofertan propuestas que no son competencia del cargo al que aspiran. Ejemplos hay varios: ahí está el anuncio de Daniel Urresti, de Perú Podemos, para comprar en la ONPE un kit que le permita recolectar firmas destinadas a cerrar el Congreso; o las declaraciones de Renzo Reggiardo sobre la posibilidad de que las Fuerzas Armadas intervengan en las calles de la capital para erradicar el crimen.

Por ello, el debate puede servir para perseguir dos objetivos. Primero, claro está, para ‘debatir’, esto es, para darle un espacio de discusión a los ponentes sobre sus propuestas técnicas. Este Diario le ha dado amplia cobertura a tópicos como la reforma de transporte, la seguridad ciudadana y el medio ambiente, y de ella han surgido preguntas que los candidatos deberán contestar. ¿Qué ofertarán, por ejemplo, para aplacar la criminalidad desde un cargo que no tiene injerencia directa en el trabajo de la policía? ¿Qué propuestas ayudarán a ordenar el enrevesado tráfico limeño, más aun ahora que el Congreso puede decretar la creación de una autoridad de transporte urbano (ATU) para Lima y Callao? ¿Qué pueden proponer los aspirantes para gestionar los residuos de una metrópolis que expectora cada día más de 8.670 toneladas de basura? ¿Y cómo aportar, así también, en el combate a la violencia de género en una urbe como Lima que, según un informe de hace un año de Reuters, es la quinta megaciudad más peligrosa del mundo para que las mujeres vivan?

De por sí, podrían ir tomando en cuenta algunas estrategias como la de separación de residuos para optimizar el reciclaje o el incremento del número de áreas verdes por persona (al respecto, la Organización Mundial de Salud recomienda que las ciudades tengan al menos 9 metros cuadrados de áreas verdes por habitante; el promedio en Lima, sin embargo, apenas supera los 3 metros cuadrados, según el Ministerio del Ambiente).

Además, los aspirantes a conducir Lima podrían también bosquejar propuestas de programas sociales para el desarrollo de la comunidad, como el mejoramiento de los espacios deteriorados, que son almácigas para la criminalidad. O acompañar los primeros pasos de la ATU si el Congreso decide ratificar su creación en segunda votación. Lo importante es que, cuales sean las soluciones que propongan, estas no deberían quedarse en generalidades y en listas de buenos deseos ampliamente repetidas en cada proceso electoral.

En el pasado, estos debates también han significado momentos de quiebre para el resultado final de las elecciones, cuando un candidato logra destacarse entre la batahola de promesas. Y esto ha ocurrido cuando no solo hay un discurso político directo, sino también cuando las propuestas son claras. A fin de cuentas, lo memorable –sobre todo en un contexto en que la población ha perdido la confianza en las instituciones– es quien logra exhibir una visión acompañada de una capacidad de decisión para ejecutarla. En estas elecciones, en las que vistas las encuestas queda mucho espacio para crecer, los 20 aspirantes harían bien en recordar ello.