Editorial El Comercio

Ayer, con 78 votos, el censuró al ministro del Interior, Aunque en principio se iban a discutir tres mociones diferentes, hicieron bien sus promotores en acumularlas, pues más allá del detalle de los argumentos que podía contener cada cual, en el fondo las tres buscaban el mismo objetivo. Se termina así la etapa de un titular del Interior que coleccionaba denuncias en el , que solía recurrir a malabares retóricos para tratar de justificar las pavorosas cifras de homicidios bajo su gestión, que en más de una ocasión presentó como avezados delincuentes a personas que no eran tales, y que se la pasaba culpando a sus antecesores y a otras instituciones de la crisis de seguridad que el país atraviesa.

Pese a todo lo anterior, sin embargo, hubo 31 votos que, tomando la forma de la abstención o del rechazo directo, trataron de salvarlo. Entre ellos, curiosamente, de cuyo vocero, Flavio Cruz, llegó a decir a inicios de semana que ellos apoyarían la censura “en bloque” y que ayer no aportaron un solo voto a favor. ¿Qué pasó? Basta con ver las publicaciones en redes sociales de su líder, el condenado por corrupción , defendiendo la gestión de Santiváñez para entender este viraje. Seguramente a Cerrón le convenía que un ministro del Interior que no ha podido capturarlo en casi un año continúe en funciones. Y así lo interpretó su bancada.

Por otro lado, aunque parezca contradictorio decirlo (pues está perdiendo a uno de sus principales escuderos), la decisión del Congreso abre una oportunidad para la presidenta Dina Boluarte. Desde que ella y su compañero de fórmula, Pedro Castillo, llegaron al poder el Perú, ha tenido 13 ministros del Interior y ninguno ha sido capaz de perfilar una estrategia efectiva y sostenible en el tiempo para enfrentar el crimen. Por lo que, en el año y poco más que queda hasta el 28 de julio del 2026, la mandataria todavía puede hacer mucho para aliviarles la vida a millones de peruanos que viven bajo las garras de la extorsión o con el miedo de caer pronto en ellas. Lamentablemente, si profundiza en el camino que ha tomado en los últimos días, de resucitar medidas que no funcionan o que son imposibles de materializar (como los estados de emergencia, la pena de muerte y el servicio militar obligatorio), poco va a cambiar.

Así las cosas, la elección del nuevo ministro del Interior es quizás la última oportunidad para que la presidenta nos muestre si realmente quiere hacer algo para detener la voracidad del crimen. La respuesta la conoceremos muy pronto.

Editorial de El Comercio

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