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Los dueños de la pelota
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A nadie con dos dedos de frente se le ocurriría pensar que las realmente representan visiones programáticas o ideológicas distintas. Más bien, es evidente que la gran mayoría son menos un partido político y más una maquinaria formal para que una persona –o un pequeño grupo– aspire a hacerse de escaños y, quién sabe, a sacarse el boleto mayor de la Presidencia de la República.

Por si faltase mayor evidencia de ello, este fin de semana se venció el plazo para que las fórmulas presidenciales y las listas al Congreso queden inscritas ante los órganos electorales de cada agrupación, y de las más de tres docenas de organizaciones en lid, apenas nueve tendrán elecciones primarias competitivas. Entre estas se encuentran agrupaciones como el Apra y Acción Popular. Pero en la gran mayoría, los candidatos ya estaban definidos de antemano.

Esto no tendría que ser necesariamente negativo si, por ejemplo, en algunos partidos el precandidato que aspira postular a la Presidencia de la República tuviera una capacidad de arrastre ciudadano significativa o un liderazgo evidente sobre el mar de militantes. Eran los casos, por ejemplo, de Luis Bedoya Reyes con el PPC, Alan García con el Apra, o Fernando Belaunde con Acción Popular.

Pero difícilmente se puede decir que esas situaciones históricas son comparables con los partidos actuales. Lo que se ve ahora, más bien, son grupos políticos vacíos de contenido que van con listas únicas porque no existe vida partidaria interna que justifique un proceso competitivo. En la dirigencia partidaria están los administradores del poder interno, los últimos dueños de la pelota. En ese sentido, el proceso de las siguientes semanas para ratificar a los candidatos es un simple formalismo para cumplir con las reglas de las autoridades electorales.

Existe aquí una paradoja evidente. Sin estos filtros internos –que era como en teoría debía funcionar el sistema político–, más candidatos en las elecciones del 2026 no significará un mayor número de buenas opciones para el público votante. Lo que se asegura con este mecanismo es que aquellos con dinero e incentivos suficientes para culminar el proceso de inscribir un partido tendrán la oportunidad de ser candidatos, o elegir a dedo a los candidatos que competirán con su símbolo. En otras palabras, el principio de contar con la estructura de los partidos políticos para realizar un primer filtro de idoneidad ha desaparecido. Implícitamente, lo tercerizaron a todos nosotros para buscar ellos la lotería personal.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Editorial de El Comercio

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