Ayer, desde este Diario, expresábamos nuestra preocupación por las inquietantes señales que habían empezado a emerger en los últimos días y que parecerían apuntar directamente hacia la remoción de uno o más miembros del equipo especial del Ministerio Público encargado de conducir el Caso Lava Jato en nuestro país.Estos consistían, de manera sucinta, en el pedido del fiscal de la Nación Pedro Chávarry a su par brasileña para que explicara por qué la Fuerza de Tarea destinada al mismo caso en Brasil había emitido un comunicado de respaldo al equipo peruano –lo que parecía una protesta de Chávarry por el hecho de que sus subalternos hayan recibido una muestra de reconocimiento extranjero– y la denuncia hecha el último sábado por el coordinador del grupo de trabajo, el fiscal superior Rafael Vela, en el sentido de que él y su equipo venían sufriendo ‘hostilizaciones’ desde dentro del Ministerio Público.
Señales que, si bien podían despertar alguna sospecha por sí solas, vistas de manera concatenada con los episodios pasados en los que el titular de la fiscalía había exteriorizado cierta acidez contra los miembros del equipo especial (en particular contra uno de ellos, el fiscal José Domingo Pérez) adquirían un cariz turbador.Pues bien, ayer se conoció que, en un gesto incomprensible, el secretario del fiscal de la Nación ha enviado un oficio al fiscal Vela para pedirle que aclare los ‘cuestionamientos’ que viene recibiendo el acuerdo de colaboración eficaz recientemente celebrado entre el equipo especial y la constructora Odebrecht. Un acuerdo que, como sabemos, además de tener carácter secreto, básicamente ha recibido las críticas de una congresista de Fuerza Popular, Rosa Bartra.Viene siendo dañino para la salud y la confianza del país, en efecto, que los fiscales destinados a desentrañar los alcances de Lava Jato en estas tierras –y cuyo trabajo, si bien no exento de críticas, visto en comparación con sus pares en el resto de la región registra un alentador avance– se encuentren sobrevolando un espacio turbulento.Y peor aún, que las dudas sobre su permanencia hayan comenzado a brotar justo cuando, como consecuencia del citado acuerdo, se encuentran ya programados los interrogatorios que realizará el equipo entre el 14 y el 18 de enero en Brasil –esto es, en menos de un mes– a altos ex directivos de la compañía, entre ellos al ex representante de la constructora en el Perú, Jorge Barata. Un itinerario que, según Vela, incluirá más de 20 diligencias que podrían ser cruciales para el destino de las pesquisas a cargo del equipo especial.
En ese sentido, remover al propio Vela o a alguno de los otros fiscales que conforman su grupo de trabajo –entre los que se encuentran los fiscales José Domingo Pérez (que tiene cinco procesos disciplinarios abiertos dentro de la fiscalía) Germán Juárez Atoche, Geovana Mori Gómez y Carlos Puma Quispe– podría colocar en riesgo a alguna de las 38 carpetas de investigación que viene trabajando el equipo desde su creación en julio pasado y entre las que se encuentran los casos de la Iirsa Sur, el metro de Lima, el gasoducto, la Costa Verde del Callao y otros que involucran a nuestros últimos cuatro ex presidentes y a algunos líderes políticos y empresariales.Todo esto que hemos reseñado aquí, haría bien en recordarlo el propio Pedro Chávarry al que las críticas de los fiscales Vela y Pérez alcanzan directamente. Haría bien en tener cuenta, asimismo, que desde hace días la ciudadanía sigue con cuidado cada una de sus decisiones y que una desfiguración del equipo especial no significaría solo un retroceso en la lucha contra la corrupción –ese clamor de todos los peruanos– sino que alimentaría las sospechas de sus simpatías hacia determinadas fuerzas políticas presentes en el hemiciclo, y, con ello, firmaría su lugar en la historia como parte de aquella congregación de fiscales que prefirieron claudicar a sus responsabilidades cívicas y constitucionales a cambio de beneficiar a intereses sombríos. Una costra que, como sabemos por antecedentes no tan distantes en el tiempo, no se borra fácilmente.Este es el momento de recordar, pues, que los fiscales del equipo especial no son hoy los únicos que se encuentran en la mira.