
Hoy, Lima cumple 490 años de fundación. Capital del Virreinato, foco del saber en América, sus calles rebosan de una historia que ha visto desde epidemias, terremotos, guerras y hasta olas migratorias que la han convertido en una urbe inmensa y caótica, pero, al mismo tiempo, también profundamente bella. Además, el hecho de estar asentada frente al mar, como mencionó días atrás el historiador Carlos Contreras en este Diario, definió el carácter de Lima como una urbe integrada al mundo, tanto con el puerto del Callao como ahora con un nuevo aeropuerto que aspira a ser el mejor de la región.
Pese a todos los atractivos de la capital, sin embargo, hay graves problemas que se vienen arrastrando desde hace décadas. Uno es la inseguridad y otro, al que haremos foco en este editorial, el transporte. El crecimiento desordenado de Lima excedió la capacidad de sus autoridades de poner la infraestructura vial a la par de las necesidades de una ciudad que se iba ensanchando sin límites. Hoy, con más de 10 millones de habitantes, Lima no cuenta con un sistema de transporte integrado, eficaz y moderno, que les dé a los usuarios la seguridad y la predictibilidad de que pondrán llegar a tiempo a sus destinos.
La reforma de transporte iniciada hace más de una década hoy languidece luego de varios traspiés. Servicios como el del metro de Lima llevan años esperando que se construyan las líneas planificadas, mientras que otros como el Metropolitano hace tiempo que aparecen en las noticias por sus fallas. Para colmo de males, el avance indetenible de la criminalidad ha puesto la mira en el transporte informal y también en el formal.
Grandes obras como el anillo vial periférico o la vía expresa sur son importantes y celebramos que se estén dando los primeros avances. Pero se necesita un sistema de transporte público de calidad que persuada a los limeños de utilizarlo por sobre la opción del carro particular. Urge un compromiso de Estado de que se pondrá prioridad en arreglar un problema que, según el BCR, les cuesta a los limeños S/4.000 adicionales cada año.
Lima necesita un transporte y una infraestructura vial que facilite la vida de sus habitantes. Está en manos de nuestras autoridades trabajar en serio para hacer realidad este deseo.