
Este Diario viene advirtiendo desde hace varios meses que esta escalada de violencia puede llevar al país a un punto de no retorno. Y si uno tuviese que imaginar cómo se ve el camino a tal escenario, los primeros días del 2025 dan una excelente idea.
Entre el 1 y el 11 de enero, el Sistema de Información de Defunciones reportó 60 homicidios, la mayor parte de ellos vinculados a extorsiones, ajustes de cuentas, robos y criminalidad en general. En Lima, la situación parece estar empeorando rápidamente. Solo entre el lunes 13 y el martes 14 de enero, siete personas fueron acribilladas en diferentes puntos de la ciudad. Ya ningún lugar es seguro. El viernes, una persona fue atacada con un arma de fuego en plena estación La Cultura de la línea 1 del metro de Lima, en San Borja, a pocos pasos de los ministerios de Cultura y de Educación. Así, en las primeras semanas del año, el número de asesinatos en la capital es un 52% mayor al promedio de asesinatos durante el mismo período en los ocho años anteriores.
¿Podría haber evidencia más notoria de que el trabajo del titular del Ministerio del Interior, Juan José Santiváñez, no ha dado resultado? Lejos de ofrecer un cambio de rumbo, para variar, Santiváñez se ha empeñado en señalar que sus estrategias funcionan. Para ello, cuestiona la veracidad de las cifras más contundentes y serias –como la escalada de los asesinatos y las extorsiones– para enfocarse en indicadores policiales –como el número de detenidos–. Entre todos los ministros de los últimos años que han pretendido tapar la realidad de su sector con un dedo –y vaya que ha habido varios–, Santiváñez se lleva el premio al pulgar más grueso.
En lugar de dedicar esfuerzos a la defensa política y legal de la presidenta Dina Boluarte, y a desmerecer el trabajo de la fiscalía y del Ministerio de Salud, el ministro del Interior debería tomar medidas urgentes. Los estados de emergencia, como se había advertido innumerables veces, pueden dar una apariencia inicial de funcionar, pero no resuelven el problema de fondo (solo lo posponen o lo trasladan a otro lugar). La policía necesita capacidad y recursos para investigación e inteligencia, un marco legal ágil, limpieza a fondo de los malos elementos y voluntad política al más alto nivel. La urgencia es máxima. Cada día que pasa con el país en este estado, cinco personas pierden la vida.