Editorial El Comercio

Pocos lo recuerdan hoy, pero cuando era universitaria, protagonizó un corto de ficción en el que hacía el doble papel de unas hermanas gemelas de temperamento contrastante: una, ejecutiva seria; y la otra, mujer fatal. Filmado en 1996, el corto alcanzó cierta difusión durante el gobierno de su esposo, (2011-2016), pero no pasó de ser una anécdota. Irónicamente, sin embargo, con el correr de los años, el periplo político y judicial de la señora Heredia ha terminado mostrando que, en la vida real, ella sabe utilizar convenientemente dos rostros.

Todos la recordamos, en efecto, como una abanderada de la lucha anticorrupción durante la campaña que llevó a su cónyuge a la presidencia y también durante los primeros tiempos de su gestión. Eran los días en que les lanzaba dardos moralizadores hasta a los colaboradores más cercanos de la llamada “pareja presidencial”. Como, por ejemplo, cuando, a propósito del sospechoso involucramiento del entonces vicepresidente Omar Chehade en el desalojo de una azucarera, deslizó el comentario: “¿Tan difícil es caminar derecho?”. Pronto, no obstante, empezaron a salir a la luz asuntos relacionados con los aportes de campaña y con algunas obras públicas aprobadas durante la administración humalista que la ponían en el centro de una controversia de dimensiones éticas y penales, y todo cambió.

Por eso, ahora que la derivación penal de uno de esos asuntos ha llegado al punto de convertirse en una condena, en primera instancia, a 15 años de cárcel, ha caminado derecho… pero al aeropuerto. La hemos visto escurrirse de la justicia valiéndose de un objetable asilo político en Brasil, porque la persecución que se alega no existe. La idea de que esta provenga del Ministerio Público o el Poder Judicial y no de quien gobierna el país y cuenta con la fuerza represiva de su lado es bastante peregrina, por decir lo menos.

La sentencia por lavado de activos resulta, como han señalado varios juristas, opinable, pero para eso está la apelación (que, con un reo en cárcel, debe ser atendida de manera expeditiva). La ex primera dama, no obstante, ha preferido poner pies en polvorosa aprovechando la disposición más que amable de un gobierno extranjero amigo. En el fondo, su situación es similar, pero más grave, que la de, esposa del expresidente . Como reza una expresión popular, quién la vio y quién la viera…

Editorial de El Comercio

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