La reciente paralización de la unidad Flexicoking (FCK) de la , admitida este lunes por pero semanas atrás, es un claro reflejo del desmanejo que ha caracterizado a la petrolera estatal en los últimos años. Este hecho no solo pone en entredicho la capacidad operativa de una instalación cuya modernización costó aproximadamente US$6.500 millones, sino que también revela las profundas fallas en la gestión gubernamental que han llevado a la empresa al borde del colapso.

Desde el anuncio de la paralización, se ha intentado justificar esta situación alegando decisiones comerciales y condiciones del mercado, pero la unidad FCK no está operativa debido a fallas técnicas y no a decisiones estratégicas. La incapacidad para procesar crudos pesados, que es precisamente la función de esta unidad, plantea serias dudas sobre la planificación y ejecución del proyecto de modernización.

El manejo del directorio de Petro-Perú en los últimos meses no ha sido muy distinto del de su refinería. Tras la renuncia del anterior directorio en setiembre, el gobierno tardó más de dos meses en nombrar reemplazos, lo que evidencia una falta de dirección y liderazgo en un momento crítico para la empresa. Esto sin dejar de mencionar la crítica situación financiera de Petro-Perú. El propio presidente del directorio, Alejandro Narváez, ha asegurado que la petrolera estatal proyecta haber cerrado el 2024 con pérdidas de US$805 millones. Esto pese a que el Estado Peruano le brindó un apoyo financiero de US$1.750 millones el pasado setiembre. Esta inyección económica parece ser, como todas las que anteriormente ha brindado el Estado a la petrolera estatal, un parche temporal ante problemas estructurales profundos en la empresa que requieren reformas drásticas y sostenibles para asegurar su sostenibilidad.

La situación actual de Petro-Perú no solo es un reflejo del fracaso administrativo, sino también un síntoma de una cultura empresarial pública en la que las pérdidas millonarias se han normalizado porque se tiene la confianza de que se impedirá su quiebra. ¿Hasta cuándo se permitirá que esto continúe? El Gobierno y, dentro de este el MEF, debe asumir su responsabilidad y actuar con urgencia para restaurar la confianza y funcionalidad en Petro-Perú reestructurando la empresa sin pensar en un nuevo financiamiento antes de que sea demasiado tarde y quede, como su unidad FCK, sumida en la parálisis.

Editorial de El Comercio

Contenido Sugerido

Contenido GEC