Desde hoy se comenzará a abastecer de agua a la parte baja de SJL. (Foto: Andina)
Desde hoy se comenzará a abastecer de agua a la parte baja de SJL. (Foto: Andina)
Editorial El Comercio

Hoy se cumplen 18 días desde que el colapso de una tubería en los alrededores de la estación Pirámide del Sol de la línea 1 del metro de Lima, en el distrito de San Juan de Lurigancho (), provocó un anegamiento de aguas residuales que ha terminado afectando a alrededor de 2.000 personas y más de 240 viviendas.

Desde entonces, los vecinos han sufrido un combo de desgracias por el mero infortunio de, diríamos, residir en el lugar inadecuado en el momento menos oportuno. Entre estas se cuentan, solo por citar algunos ejemplos, la pérdida de sus bienes, la exposición a un cúmulo de enfermedades, la interrupción en el servicio de luz o la afectación de su vida laboral. Pero es quizá en el corte del servicio de agua potable en el que los vecinos de SJL han sufrido un golpe doble: de parte de las aguas contaminadas y de un Estado que, ante esta circunstancia, ha exhibido una actitud, por decir lo menos, displicente.

Esto último ha quedado bastante claro con las múltiples ocasiones en las que las autoridades anunciaron ante la prensa plazos tentativos para restituir el servicio de agua en todo SJL. El 15 de enero, por ejemplo, el propio titular del Ministerio de Vivienda, , afirmó con las calles aún sumergidas: “No sabemos cuánto tiempo puede tardar eso [reponer íntegramente el agua], digamos que, máximo, estimamos que sean uno o dos días hasta que se libere completamente la tubería y entonces el flujo empieza a salir normal, y ahí podemos reponer el suministro de agua al 100%”. Como es bastante obvio, el día prometido llegó y los caños de los vecinos seguían sin agua.

Días después, sin embargo, el ministro Piqué volvió a la carga y prometió que el miércoles 23 de enero –es decir, hace una semana– la provisión de agua volvería a la normalidad. “Todo indica que vamos a reponer el agua mañana por la noche”, afirmó en una entrevista radial. Esta promesa, al igual que la primera, tampoco se cumplió.

Y el fin de semana que pasó, el presidente de , Jorge Luis Bustamante, adelantó a un canal de televisión que el último lunes 28 –hace tres días– la entidad estaría bombeando agua para llenar los reservorios instalados en las partes más altas del distrito, “con lo que ya se normalizaría la situación”. No obstante ello, la realidad es que el agua ha regresado en SJL… pero solo por una cantidad determinada de horas al día –según la nota que publicamos hoy, solo el 43% del distrito cuenta con acceso al agua de manera continua–. Es decir, bastante lejos de los anuncios de ‘normalidad’ y del ‘100%’ que se prometió.

Un zigzagueo de versiones y enmiendas que, curiosamente, ha pasado desapercibido por el Ejecutivo y el Congreso. No es descabellado anticipar que un trance similar en el que, por el contrario, se viera involucrada una empresa privada ya tendría a un colectivo de directivos desfilando por las comisiones del Congreso ante furibundos legisladores que, cuando de privados se trata, suelen proceder como apasionados inquisidores. En este caso, el desastre se ha saldado con la renuncia a Sedapal de su entonces gerente general Michael Vega… y ahí nomás.

Y si los vecinos de SJL pueden padecer casi tres semanas sin un servicio normal de agua, cabría preguntarse qué pasaría si una situación similar se reprodujera en alguna provincia o distrito remoto que no concite tanta atención de la prensa ni tantas visitas de ministros, alcaldes y políticos en general como este.

Lo cierto es que, por más que los representantes de Sedapal o de otras entidades del Estado se esmeren en pregonar que las cosas vuelven a la normalidad en SJL, la realidad los rebalsa a diario.