"La política del ‘brexit’ sigue siendo tensa y compleja, y hay pocas chances de que se realice otro referendo y revierta el curso". (Ilustración: Víctor Aguilar)
"La política del ‘brexit’ sigue siendo tensa y compleja, y hay pocas chances de que se realice otro referendo y revierta el curso". (Ilustración: Víctor Aguilar)
Howard Davies

Ya han pasado más de tres años desde que el Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea. Sin embargo, todavía no tenemos ni idea de qué tipo de relación económica tendrá el Reino Unido con los 27 países que deja atrás. En la medida en que se puede arriesgar una suposición, el resultado más probable parece ser una relación más distante de la que sostenían los defensores del “Irse” y de la que la mayoría de los analistas avizoraba.

Sin embargo, a pesar de ese cambio de dirección, y de la pérdida certera del llamado pasaporte, que permitía que los servicios financieros se vendieran libremente en toda la UE, el temido éxodo masivo de empresas y financistas de Londres no parece estar ocurriendo. ¿Por qué?

Dos pruebas muy recientes dan una sensación de lo que está sucediendo en el terreno, mientras los políticos siguen discutiendo. La empresa de contabilidad EY ha monitoreado las intenciones manifiestas de las empresas en respuesta al ‘brexit’ en los últimos tres años. El último sondeo, publicado a mediados de setiembre, indica que el 40% de las empresas planea trasladar parte de sus operaciones y personal fuera de Londres, mientras que el 60% de las empresas más grandes han anunciado medidas similares.

Pero la cantidad de empleos que van a trasladarse de Londres a otra ciudad europea hoy son apenas 7.000, mucho menos de lo que decían las estimaciones. Curiosamente, los dos lugares que, según EY, se han beneficiado más hasta el momento son Dublín y Luxemburgo. Esas son buenas noticias para Londres, porque ambas ciudades son centros de nicho y es poco probable que se consoliden como rivales poderosos en todo el espectro de actividades financieras. Si París y Fráncfort hubieran sido las principales beneficiarias, las consecuencias a largo plazo podrían ser mucho más amenazadoras.

Ahora bien, hay ciertas noticias más preocupantes en el sondeo. Las empresas confirman que probablemente retiren activos del Reino Unido en gran escala. La última estimación es que aproximadamente 1 billón de libras en activos bajo gestión pueden trasladarse a otros centros cuando el Reino Unido abandone la UE. Muchos empleados que son responsables de estos activos se quedarán en Londres por ahora, pero eso podría cambiar.

Y una segunda estimación sugiere que la reputación de Londres está empezando a sufrir el impacto. La consultora Z/Y ha publicado un Índice Global de Centros Financieros cada seis meses durante más de una década. El último ránking, a mediados de setiembre, demostró que, si bien Londres sigue ocupando el segundo lugar después de Nueva York, su posición relativa ha venido decayendo. El liderazgo de Nueva York se ha duplicado. La caída relativa de Londres ha sido más aguda que en cualquier otro de los principales centros, y París ha escalado posiciones.

Si pasamos del sondeo a la anécdota, los gerentes dicen que les ha resultado más difícil de lo esperado persuadir al personal jerárquico de mudarse. Sus hijos están instalados en la escuela, su cónyuge o pareja tiene un empleo no móvil en Londres, etc.

Tal vez más importante sea el hecho de que un mercado global es un ecosistema complejo. Los operadores pueden trasladarse, ¿pero la infraestructura y soporte informáticos serán tan sofisticados en otra parte? ¿Habrá disponibilidad de consultores y abogados calificados a pedido?

Estos factores hacen que las empresas duden sobre estas mudanzas. Por el contrario, muchas han venido buscando soluciones alternativas para superar los problemas regulatorios que encontrarán una vez que el Reino Unido abandone el mercado único.

Es más, la política del ‘brexit’ sigue siendo tensa y compleja, y hay pocas chances de que se realice otro referendo y revierta el curso. Pero el desenlace más probable es que el Reino Unido llegue trastabillando a la salida sin una nueva relación estructural o un período de transición prolongado.

De allí en más, veremos cómo evolucionan los mercados financieros de Europa. Pero la expectativa central, considerando lo que hemos visto hasta el momento, debe ser que Europa migrará a un modelo financiero multipolar, con diferentes centros que explotarán sus respectivas ventajas comparativas. Las transacciones denominadas en euros tendrán cada vez más lugar en la Eurozona, mientras parece probable que Londres siga siendo la ventana de Europa al resto del mundo.

Habrá un precio que tendrán que pagar los usuarios de servicios financieros, ya que un centro único dominante casi con certeza es más eficiente y económico. Pero, después del ‘brexit’, esa solución ya no estará disponible en Londres, y ciertamente no hay consenso alguno entre los otros 27 países sobre una única alternativa.


–Glosado, traducido y editado–