“Déjense de mezquindades”, nos ordenó, perdón, nos solicitó Ollanta Humala. Comprensible reacción de un gran hombre, harto de que 30 millones de peruanos no le demos crédito por las maravillas que está haciendo en el país, ya casi casi del Primer Mundo, y ahora acusado de que esos pocos que lo quieren lo quieren coaccionados.
Sabiendo que no tiene ese duende magnético para llenar plazas que caracteriza al compañero García Pérez, Ollanta usó todos los medios en su haber para remontar sus carencias y celebrar una fiesta democrática a propósito del fallo de La Haya. Congresistas, alcaldes; oficialismo, oposición; y sí, gobernadores, todos invitados con antelación a un espontáneo mitin en Palacio.
Hoy, sin embargo, quienes entonces sonreían ondeando banderolas nacionalistas aseguran que lo hicieron tras recibir llamadas que los “obligaban” a ir a Lima. Algunos testimonios indican que los gobernadores son secretarios del Partido Nacionalista, por lo que es lógico que participen de los eventos más importantes de su partido. No obstante, también quienes celebraban con Ollanta su cumpleaños, en el 2013, o cantaban alegremente en el aniversario de Locumba, en el 2012, ahora mienten como felones, con crueldad y alevosía.
Gobernadores, no sean mezquinos. Aprovechen que tienen la suerte no solo de que los manden a Lima para ser capacitados, sino de que a último momento puedan dejar por algunas horas su valioso trabajo (sin duda, estresante, si bien poco difundido) para tener momentos de esparcimiento y canto.
¿Estarán detrás de estas mentiras los mismos poderes fácticos que maquinan contra Nadine desde antes de que su esposo llegara al poder?