En un presidente, peruano, solo un atributo importa: el don de la palabra. Miremos sino nuestro pasado: Toledo y Fujimori, en la ruina; Alan García, el juglar del siglo XXI, a punto de ser reelegido para su tercer –y, ¡oh!, jamás último– mandato.
Estoy en contra de la concentración de medios”.
Desde aquí queremos alentar al presidente a perfeccionar su método, pues (quizá por su vocación castrense) olvida que no es bien visto dar respuestas antidemocráticas. Siguen algunos ejemplos prácticos: ¿Se reunió sin permiso del Congreso con el presidente francés? “Me moriré en París con aguacero”. ¿Despacha Nadine con los ministros? “¿En qué momento se había jodido el Perú?”. ¿Es la inseguridad ciudadana el peor problema del país? “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”. ¿Cuál es la relación de López Meneses con su gobierno? “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento...”.