(Foto: AP/AFP)
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James Comey

El país espera con impaciencia el informe del fiscal especial Robert Mueller. Muchas personas saben lo que quieren que diga: específicamente, que Donald Trump es un delincuente que debe ser destituido de su cargo o que es completamente inocente de toda culpa.

Pero no todos saben lo que “debe” decir. Aunque creo que Trump es moralmente incapaz de ser presidente de Estados Unidos, no estoy alentando a que Mueller demuestre que es un criminal. Tampoco estoy alentando a Mueller para que “limpie” al presidente. No estoy a favor de nada en absoluto, excepto que se le permita al fiscal especial terminar su trabajo, acusar si un caso justifica cargos e informar sobre su trabajo.

Los constantes ataques de Trump en contra del fiscal especial, la Oficina Federal de Investigación y el Departamento de Justicia en los últimos dos años plantearon la posibilidad de que interfiriera para detener el trabajo del fiscal especial. Es muy preocupante que el presidente de Estados Unidos tratara de protegerse a sí mismo dañando a las instituciones de justicia. Sin embargo, no ha usado su autoridad para terminar el trabajo de Mueller. (Eso habría sido una crisis de un orden diferente: culminar la investigación, en lugar de tratar de socavar su credibilidad). Por lo tanto, estamos en posición de preguntarnos y esperar el contenido del informe.

Preguntar está bien. Pero lo que no está bien es esperar por una respuesta específica. El Estado de derecho depende de una correcta administración de justicia, que está arraigada en una investigación completa e imparcial.

No tengo idea si el fiscal especial concluirá que Trump conspiró a sabiendas con los rusos en relación a las elecciones del 2016 o que obstruyó la justicia. Tampoco me importa. Solo me importa que el trabajo se desarrolle bien y en su totalidad. Si lo es, la justicia prevalecerá y los valores estadounidenses fundamentales se protegerán en un momento en que gran parte de nuestro liderazgo nacional ha abandonado su compromiso con la verdad y el Estado de derecho.

Estoy apoyando una demostración al mundo de que Estados Unidos tiene un sistema de justicia que funciona porque hay personas que creen en él y lo sitúan por encima del interés personal y el tribalismo. Ese sistema puede llegar a conclusiones que les gusten o no, pero la administración apolítica de la justicia es el corazón que late en este país. Espero que todos veamos eso.

Los intereses de la justicia también serán mejor atendidos por la máxima transparencia en el trabajo del fiscal especial. No conozco todas las consideraciones para decidir exactamente qué decir acerca de la culminación de ese trabajo y cuándo decirlo. Pero debido a que el Departamento de Justicia se guía primero y siempre por el interés público, debe proporcionar detalles sobre las investigaciones terminadas cuando el público necesita conocerlas, como lo ha hecho tradicionalmente.

Tengo una esperanza que debo confesar. Espero que Trump no sea procesado y destituido de su cargo antes de que finalice su mandato. No quiero decir que el Congreso no deba avanzar con el proceso de juicio político que se rige por nuestra Constitución, si el Congreso cree que los hechos son verificables. Solo espero que no lo haga. Porque si el Congreso destituyera a Trump de su cargo, una parte significativa de este país lo consideraría un golpe de Estado y alejaría a esas personas del centro común de la vida estadounidense, fracturando aún más a nuestro país.

Los críticos de Trump deberían esperar algo mucho más difícil de deslegitimar que un juicio político. Necesitamos un resultado electoral contundente en el 2020, donde los estadounidenses de todas las tendencias, divididos por cuestiones de política importantes (inmigración, armas, aborto, cambio climático, regulación, impuestos) tomen un momento de sus ajetreadas vidas para demostrar que están unidos por algo aun más importante: la creencia de que el presidente de Estados Unidos no puede ser un mentiroso crónico que ataca repetidamente el imperio de la ley. Entonces podemos volver a los desacuerdos políticos.

Solo espero que estemos a la altura.

–Glosado y editado–
© The New York Times