Este verbo se deriva del aztequismo chocolate (de xocoatl) más el sufijo castellano -ear. No se documenta en la última edición del DRAE (2014), pero sí en el académico Diccionario de americanismos (2010) con la acepción peruana de ‘remover el contenido de un recipiente’. Véase un uso figurado de Mirko Lauer en el diario limeño La República en referencia al expresidente Toledo: “Por qué dedicó su gobierno a chocolatear de esa manera el pliego de Interior” (1/10/2015).