Del latín tabulata (terminación femenina de tabula ‘tabla’), se ha usado bastante en el castellano del Perú. Se refiere a un terreno plano no muy extenso, sin obstáculos, que antiguamente se podía atravesar a caballo o pie; ahora, en el Perú se conserva como parte de topónimos, como la Tablada de Lurín. Véase este uso de Clemente Palma en sus Crónicas político-doméstico-taurinas (Lima 1938): “Sería cansado referir las peripecias del viaje y los sustos que pasó Rosaura, al cruzar la tablada de Lurín…” (p. 257).