El aborto, otra vez, por Franco Giuffra
El aborto, otra vez, por Franco Giuffra
Franco Giuffra

Un proyecto de ley presentado el 12 de octubre, por iniciativa del Frente Amplio y con las firmas de representantes de otras bancadas, vuelve a poner en el debate el tema de la legalidad del aborto. En este caso, restringido a los casos de violación, malformaciones del feto incompatibles con la vida extrauterina y la inseminación artificial o transferencia de óvulos no consentidas.

Por una cuestión de prejuicios, el asunto rápidamente cobra la forma de una disputa encarnizada entre “abortistas” y “cucufatos”. Respecto de estos últimos, se produce una inmediata traslación de ataques contra la religión, las iglesias cristianas y, si por ahí están cerca, el cardenal Cipriani y los curas.

El tema de la legalización del aborto es esencialmente polémico. Más de 40 años después de la famosa sentencia de Roe vs. Wade en la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, el 41% de los estadounidenses adultos considera que el aborto es una inmoralidad en todos o en la mayoría de los casos, frente a un 56% que opina lo contrario, según un reporte de Pew Research del 2013.

Siendo un asunto respecto del cual difícilmente emergerá un consenso social amplio e indisputado, siempre es deseable que las posiciones encontradas eviten descalificar a la parte contraria con ataques y adjetivos. 

Para los defensores del aborto excepcional (como teóricamente sería el caso en el proyecto presentado), una primera medida sería separar la religión de esta disputa. El aborto es principalmente un tema ético, no ideológico ni religioso.

Es cierto que existe alta o muy alta correlación entre la posición en este debate y la afiliación político-ideológica, pero ello no implica una identidad necesariamente. Hay personas proaborto que son de derecha y provida que son de izquierda. El solo hecho de que miembros de la bancada ppkausa apoyen el proyecto es una muestra de ello. Como lo es la constatación de que el 38% de quienes se consideran republicanos en Estados Unidos apoya el aborto y 28% de demócratas no. 

Lo mismo ocurre en el ámbito religioso. Hay religiones, como el judaísmo y el islam, que permiten el aborto en algunas circunstancias (más allá de los casos en que peligra la vida de la madre), generalmente con el permiso de una autoridad religiosa. Otras, como el catolicismo, son mucho más restrictivas. En la población estadounidense en general, un 20% de quienes se oponen al aborto declara no tener ninguna afiliación religiosa.  En el medio hay varias iglesias cristianas que están a favor, siempre con excepciones, como la Iglesia Episcopal, la Presbiteriana o la Iglesia Bautista Americana. 

Para los creyentes que se oponen al aborto en todos los casos, sería igualmente deseable que no sientan que toda su estructura de creencias está comprometida. Esto puede ser más complicado para los católicos, pero no tiene que serlo necesariamente para los cristianos en general. En todo caso, trasladar la discusión desde el ámbito estrictamente religioso y replantearlo en la esfera de lo moral o éticamente aceptable podría propiciar una mejor discusión en torno a los casos excepcionales.

Además de poner los ataques religiosos de lado, otra cosa que ayudaría mucho a comprender las posiciones encontradas es evitar una discusión “proaborto versus provida”, dando más espacio a la consideración puntual de las condiciones excepcionales: casuística, circunstancias, atenuantes y agravantes. El proyecto presentado no es especialmente acertado en esta materia, pero de eso habrá que escribir en otra columna.