Héctor Villalobos

El es . Ni Perú Libre, que solo juega para Vladimir Cerrón, ni Perú Democrático, el grupo que encabeza Guillermo Bermejo, representan los intereses del castillismo en el Congreso. Ese rol lo cumple la bancada de los maestros sin alumnos.

La semana pasada, el grupo parlamentario del expresidente puso en escena una tragicomedia política. Primer acto: su vocero, Paul Gutiérrez, envió un oficio a la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso pidiendo que se reabriera el debate del adelanto de elecciones. Segundo acto: Gutiérrez, junto a portavoces de otras bancadas, firmó un acta solicitando lo mismo. Tercer acto: Elizabeth Medina, vocera alterna del grupo, pidió retirar la firma de la bancada de dicha acta, con lo que boicoteó la posibilidad de que el Congreso volviera a debatir el adelanto electoral. Las expectativas de hallar una solución a la crisis política recibieron ese día un golpe más duro que puñete de Pasión Dávila.

La bancada bloqueadora no ha dado una explicación coherente sobre tan repentino cambio de actitud. La excusa de que retiraron la firma porque el proyecto de adelanto de elecciones no incluye la posibilidad de consultar la convocatoria a una asamblea constituyente resulta poco creíble.

Una posible explicación sobre el extraño comportamiento de los magisteriales es que a Pedro Castillo no le conviene que las elecciones se adelanten. En primer lugar, porque no tiene un partido propio inscrito ante el Jurado Nacional de Elecciones. Peruanos Como Tú, la agrupación que lleva sus iniciales, aún figura en proceso de inscripción y del anunciado Partido Magisterial y Popular no se sabe nada. Sin una organización propia, sus allegados no podrán competir en unos eventuales comicios y tendrían que buscar un vientre de alquiler como en su momento lo fue Perú Libre. En segundo lugar, incluso si contaran con un partido apto, nada garantiza que el castillismo logre los votos necesarios para pasar la valla electoral y colocar representantes en el Legislativo. Bajo esa lógica, es mejor para el expresidente mantener su cuota de poder en el Congreso, representada por el Bloque Magisterial.

El comportamiento político de la bancada de los docentes es una extensión y un fiel reflejo de lo que fue el gobierno de su encarcelado líder: cuoteo, clientelismo y una desmedida angurria por el cargo público. Un informe de la Unidad de Investigación de El Comercio ratifica la voracidad que tiene este grupo parlamentario por copar puestos en el Estado. Tal y como ha declarado un colaborador eficaz, durante la gestión de Castillo, tres de sus integrantes (Pasión Dávila, Katy Ugarte y Francis Paredes) buscaron colocar a sus allegados en la administración pública y para ello entregaron un USB con 59 currículos a Eder Vitón, que por entonces era asesor del gabinete técnico del despacho presidencial. El colaborador declaró también que Dávila le reclamó a Vitón porque se estaban demorando con la designación del prefecto regional de Pasco. Ugarte, según esta misma versión, habría increpado al asesor porque Castillo no estaba cumpliendo lo ofrecido.

Son varios los ejemplos que demuestran que el verdadero interés de esta bancada no es el pueblo al que dicen representar ni la tan mentada nueva Constitución.

El martes último, durante una sesión de la Comisión de Salud del Congreso, un parlamentario dejó encendido su micrófono y se escuchó una frase que define y resume a su bancada. “¿Qué pasa, señor empresario? Suficiente con que usted, un almuerzo para empezar, en la tarde una cena...”. La voz era la de Paul Gutiérrez, el vocero del Bloque Magisterial.

Héctor Villalobos es editor de Política

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