(Des)confianza en los medios, por Arturo Maldonado
(Des)confianza en los medios, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

Las noticias en nuestro país abundan y los últimos días no han sido la excepción. La valerosa acción de los bomberos en el incendio de El Agustino acaparó titulares y tiempo televisivo. La muerte de un ciudadano peruano en Apurímac como consecuencia de reclamos por las operaciones de la mina Las Bambas también mereció amplia cobertura mediática.

Dentro de este vértigo informativo, hay otras noticias que no han tenido igual importancia para los medios. Un caso recientísimo ha sido la negociación entre la constructora brasileña OAS y una emisaria del alcalde de Lima para anular el proyecto Río Verde. Este hecho ya tiene varios días y ha tenido escasa cobertura, pocas portadas e insuficiente tiempo televisivo. Es aquí donde colisiona el derecho de los medios de comunicación como empresa de difundir la información que ellos consideren y el derecho de los ciudadanos a recibir información amplia a través de las ondas radioeléctricas que pertenecen a todos los peruanos.

Más allá del debate jurídico, la ausencia de una cobertura amplia de los hechos políticos y noticiosos tiene consecuencias para los ciudadanos, particularmente porque puede aumentar la desconfianza en los medios de comunicación. 

El Perú es un país desconfiado de sus instituciones. Dentro de esta desconfianza generalizada, los medios de comunicación aún mantienen un alto grado de confianza ciudadana, por encima de cualquier otra institución política y a niveles similares a la Iglesia Católica. 

En otras partes del mundo también es así, pero a su vez se observa, en paralelo, un declive de la confianza y un aumento en la percepción de sesgo informativo. Una hipótesis es que los ciudadanos valoran positivamente a los medios como espacios de entretenimiento y no como espacios de información, donde suelen opinar crecientemente que la información política no es precisa, que tiende a favorecer a una parte implicada y que está influenciada por personas y organizaciones poderosas. En el Perú, la alta confianza en los medios de comunicación puede estar oscureciendo la opinión negativa acerca de su rol informativo.

Para los ciudadanos, las consecuencias inmediatas del aumento de la desconfianza en el rol informativo de los medios afectaría la forma en que adquieren información y la manera en que forman sus preferencias políticas. Aquellos que desconfían de los medios pueden desarrollar una aversión por nueva información política y, por lo tanto, pueden vivir desinformados o tender solo a buscar información que confirme sus prenociones. La desconfianza llevaría a formar ciudadanos anclados en sus prejuicios.

La información política sirve para evaluar la performance de nuestros representantes y gobernantes. Un arquetipo de ciudadano debería estar atento a las acciones de las autoridades para formarse una opinión razonable acerca de sus gestiones. En realidad, los ciudadanos estamos lejos de ese arquetipo por falta de tiempo o interés. Si a ello le sumamos una opinión desfavorable acerca del rol informativo de los medios de comunicación, entonces nuestra capacidad para evaluar imparcialmente a los gobernantes se minimiza. La impermeabilidad de la aprobación del alcalde Castañeda puede deberse, entre otras cosas, a la falta de información para evaluarlo razonablemente.

Es cierto que los ciudadanos pueden elegir ahora más que nunca su fuente de información con un clic, pero  esta capacidad no está igualmente distribuida para toda la población. Es cierto que la imparcialidad absoluta no existe, pero una medida adecuada de balance informativo es posible. Los medios de comunicación nacionales han mejorado la calidad informativa si los comparamos con el rol que tuvieron en la década de 1990, pero tienen un margen extenso de mejoría acorde a su responsabilidad como filtros de la realidad para todos nosotros.