José Carlos Requena

El ministro de , , con pocos días en el cargo, parece estar cumpliendo con las expectativas que su larga trayectoria en el sector público anunciaba: una gestión que pueda reposar sobre el soporte político de un mensaje articulado (aunque no necesariamente sustentado) para una situación muy compleja.

Algo de ello parece verse en la extensa columna que publicó el último martes (“Que no siga enfriándose la economía”, Gestión, 16/8/2022). El texto puede resumirse en cuatro componentes, que arriban a una conclusión inquietante, aunque también audaz: el riesgo de una recesión.

Estos elementos, que tienen componentes externos e internos, son 1) el complejo entorno internacional, con un impacto negativo en las exportaciones; 2) la conflictividad social, que va tornándose crónica y afecta la confianza que la inversión privada requiere; 3) el retorno de un viejo conocido peruano (la inflación), con su correlato en los ingresos y el consumo; y, finalmente, 4) la implementación de políticas [monetaria y fiscal] que, en la mirada del ministro, han ido en contra de la aceleración económica.

El diagnóstico seguramente puede ser compartido por cualquier observador económico, pero la percepción de riesgo de recesión despierta mayores reservas. Varios analistas dudan, total o parcialmente, de un escenario recesivo. Hugo Perea, del BBVA Research; Alfredo Thorne, de Thorne & Associates; Jaime Reusche, de Moody’s; Luis Miguel Castilla, de Videnza; Juan Carlos Odar, de Phase Consultores; Víctor Fuentes, del IPE; y Luis Arias Minaya, por nombrar solo algunos, han planteado sus observaciones en dicho sentido.

De hecho, el propio Marco Macroeconómico Multianual 2022-2025 (MMM), actualizado por el MEF en abril de este año, planteaba un escenario aún optimista (a pesar de la actualización a la baja), lejano de la alarma que plantea ahora Burneo. Según el documento, “la economía crecería 3,6% en el 2022 (en comparación con el 4,8% proyectado en agosto del 2021), sostenida por una mayor operatividad de las actividades más afectadas por la pandemia –como comercio y servicios– ante la eliminación de restricciones y la recuperación progresiva de la demanda interna; todo ello, en un contexto de notable avance en el proceso de vacunación de la población”. La revisión, además, planteaba un escenario internacional que seguramente no terminaba de evaluar los sucesos entonces recientes (el conflicto en Ucrania, por ejemplo), pero que no comprometía del todo a las exportaciones. De hecho, estas “continuarían siendo un factor importante que le dará soporte al PBI debido al inicio de producción de nuevos proyectos mineros, mayores envíos agroindustriales y altos precios de las materias primas”.

Seguramente la gestión de Burneo vuelva a revisar el MMM. Pero parece difícil imaginar que la situación haya cambiado tan dramáticamente como para arribar a la alerta que el ministro formula. De hecho, como para abonar las dudas, las cifras de crecimiento de junio reportan una mejora importante (3,44% en comparación con el mismo mes del año anterior).

En cualquier caso, Burneo formula una receta para enfrentar la potencial recesión: “una política fiscal que empuje la economía y el empleo hacia adelante y contrarreste este contexto macroeconómico adverso”. El empuje que el ministro busca seguramente planteará un mayor gasto estatal, sin que necesariamente se optimice. También llama la atención que esta alerta se dé de manera paralela a las reuniones que sostiene el presidente Pedro Castillo con colectivos de distinta naturaleza (como los mineros informales).

En lo referido a lo que debe esperarse de su gestión, el mensaje de Burneo parece estar más cercano de la justificación política que del sustento económico, algo que seguramente un régimen aislado valorará. Dadas las apremiantes situaciones actuales, la economía política parece estar pesando más que la política económica.

José Carlos Requena es analista político y socio de la consultora Público