¿Es hora de bajar los impuestos?, por Ian Vásquez
¿Es hora de bajar los impuestos?, por Ian Vásquez
Ian Vásquez

El presidente Kuczynski ha prometido anunciar cambios al régimen tributario durante los primeros cien días de su gobierno. Su idea es de bajar paulatinamente el IGV (Impuesto General a las Ventas) del 18% al 15% para el 2019, y continuar con la política del gobierno anterior de reducir el impuesto de renta sobre las empresas –que fue del 30% en el 2015– al 26% en el 2019.

Estas medidas han sido criticadas de irresponsables por la pérdida de ingresos y el mayor déficit fiscal que implican. Un comentarista sintetizó la crítica al declarar recientemente en “La República” que “este enfoque, llamado también de la oferta, se planteó en EE.UU. bajo Reagan y fracasó”.

¿Será que PPK propone medidas desacreditadas por la experiencia estadounidense? Después de todo, Reagan sí bajó los impuestos y el déficit y la deuda pública crecieron. El récord de la llamada ‘Reaganomics’ nos puede instruir.

El propósito de las políticas de la oferta es precisamente estimular al sector productivo de la economía. Al reducir los impuestos, se alienta la inversión y el trabajo, pues las personas y las empresas esperan retener más del fruto de sus propios esfuerzos. Si los impuestos son muy altos, una reducción puede hasta resultar en mayores ingresos, ya que estimula de manera importante la actividad económica.

Bajo Reagan, EE.UU. redujo las tasas impositivas sobre la renta. La más elevada bajó del 70% al 28%. El crecimiento económico aumentó a un promedio anual del 3,2% de 1981 a 1989, más alto que en las décadas anteriores con la excepción de los sesenta, cuando el presidente Kennedy recortó los impuestos sobre la renta por 30% y, como resultado, el crecimiento anual se disparó un promedio del 5% por varios años. Durante ese mismo período de los ochenta, se crearon 17 millones de puestos de trabajo nuevos y cayó el desempleo al 5,5%. Además, la pobreza disminuyó, el ingreso de todas las clases aumentó y también creció la movilidad económica de la gente. Las políticas impositivas de Reagan claramente impulsaron el crecimiento económico.

Por el lado fiscal, sin embargo, el déficit explotó (llegó hasta un 6,3% del PBI un año) y la deuda pública aumentó del 27% al 42% del PBI. Es por eso que muchos críticos dicen que la economía de la oferta no funcionó. Pero no es verdad que el recorte de impuestos dejó con pocos recursos al Estado. Al contrario, los ingresos provenientes de los impuestos de renta aumentaron un 16% en términos reales de 1982 a 1989. El problema no fue la rebaja de impuestos, sino el aumento del gasto público. Este subió en 22% bajo Reagan, en parte porque duplicó el gasto del Pentágono. El aumento del crecimiento económico fue mayor al de los ingresos, por lo que como porcentaje del PBI, los ingresos fiscales cayeron alrededor de 1%; aun así, llegaron a un nivel (19,22% en 1989) por encima del promedio histórico en la posguerra. 

Al fin del día, Reagan logró desacelerar temporalmente el crecimiento del Estado, pero no llegó a achicarlo. Desde entonces, los impuestos, la deuda y el gasto han vuelto a subir, en algunos casos de manera significativa. Lo que sí consiguió Reagan es demostrar que la economía de la oferta puede estimular el crecimiento y aumentar incluso los ingresos fiscales. 

¿Puede PPK tener más éxito que Reagan? El recorte que propone PPK es mucho más tímido que el de Reagan, incluye otro tipo de impuestos y parte de un nivel mucho más bajo de lo que fue el caso de EE.UU. Lo más probable es que estimule la economía, pero que resulte en alguna pérdida neta de ingresos al Estado. Por eso, una de las grandes lecciones de la experiencia estadounidense se vuelve todavía más relevante y tiene que ver justo con la parte en que falló Reagan: también se tiene que controlar el gasto.

Desafortunadamente, PPK planea incurrir en déficits fiscales mayores y en un aumento de la deuda para que en un futuro de mayor crecimiento se vuelvan a controlar. Me temo que sin un compromiso para limitar el crecimiento del Estado, como profesaba Reagan tenerlo, es dudoso que PPK vaya a tener más éxito que su histórica contraparte estadounidense.