¡Que no panda el cúnico!, por Franco Giuffra
¡Que no panda el cúnico!, por Franco Giuffra
Franco Giuffra

Parece exagerado el temor que suscita la candidatura de la señora Verónika Mendoza, como si tras ella estuviera el ejército bolchevique a punto de tomar la muralla de Lima. Basta revisar su plan de gobierno para darse cuenta de que el Frente Amplio (FA) no debería generar miedo, sino pena.

Es un plan pobrísimo y mal ensamblado. Ni siquiera se entiende para qué necesita una nueva Constitución. Quizá sea una proclama combativa y altisonante, pero casi nada de lo que anuncia requiere un nuevo orden constitucional. Puro humo, nomás.

La parte dedicada a la educación es cumplidora. Llama la atención, sí, que critique la política curricular llamándola “errática, tecnocrática, y predominantemente monocultural, patriarcal y bancaria” (sic). Todo el plan está preñado de estas construcciones sacadas del “Diario de Marka” de hace 35 años.

El 20% del documento está dedicado a temas de género y a los derechos de la comunidad LGBTI, incluida la creación del día del orgullo LGBTI y “el incremento del acceso al empleo de las personas LGTBI, enfatizando en la población transgénero”. Imagino que eso derivará en una cuota obligatoria para contratar transexuales, entre otras iniciativas del novísimo Consejo Nacional para la Ciudadanía LGBTI.

El capítulo sobre seguridad ciudadana es paupérrimo y arranca con un chiste negro: la propuesta de nombrar un “zar de la seguridad”, una figura muy decidora viniendo de un partido que se reclama socialista. ¿No es esa la chamba del ministro del Interior? La sección dedicada a los temas LGTBI tiene 19 metas concretas, mientras que la referida a seguridad no tiene ninguna. 

Parecen potables las propuestas para revertir la inatención de la salud mental, el uso de terrenos del Estado para impulsar viviendas populares y, señaladamente, la reforma política. El plan del FA propone cosas positivas como elecciones supervisadas al interior de los partidos, renovación cada tres años de congresistas y revocación de autoridades que no cumplen sus promesas.

La sección dedicada al tema laboral, seguramente encargada a la CGTP, es una cantaleta sindicalista: negociación por rama y grupo de empresa, estabilidad laboral (“permanencia en el puesto”), igualdad de derechos en todos los sectores (obreros igual que empleadas domésticas, por ejemplo) y licencia por maternidad de 126 días, extensiva también a los padres. La cantidad de palabras que el plan dedica al tema de la informalidad y la situación del 70% de los trabajadores en esa condición es exactamente cero.

La parte económica, como cabía esperar, es una vasta llanura de aspiraciones febriles. Como fortalecer la Comunidad Andina y la Unasur, “generar una legislación de comercio exterior [...] pensando en el Perú” o “reducir la tasa de referencia del BCR de forma previsible”, o sea, al margen de lo que ocurra en el mercado internacional. La sección de diversificación productiva y fomento de la ciencia y tecnología podría haber sido escrita por el ministro Piero Ghezzi, o sea, ‘yala’. Incluyendo el nunca bien desentrañado “fortalecimiento de las cadenas productivas y clústeres”.

Nada de estatizaciones, ni controles de precios ni persecución a los cambistas de dólares. Aunque no son pocas las heterodoxias, el plan del FA es muchísimo más ‘light’ que los que solía presentar el nacionalismo. Y ya que estamos en esas comparaciones, sirva decir que el verdadero temor que debería generar la señora Mendoza es la posibilidad de soplarnos otros cinco años de flotación anodina. Sin rumbo, sin cuadros, sin capacidad de gestión. Y ahora, además, sin apoyo congresal. Una suerte de Susana Villarán a la décima potencia.