Es plata con dueños, por Carlos Adrianzén
Es plata con dueños, por Carlos Adrianzén
Carlos Adrianzén

La semana pasada se publicó la norma que permite el retiro parcial de los ahorros previsionales de las administradoras de fondo de pensiones (AFP). Para sopesar su importancia, nada mejor que recordar que, si alguien quisiera retirar sus aportes del sistema estatal, la respuesta sería tajante: no te devolvemos ni un céntimo. No eres dueño de nada. Solo recibirás algo cada mes según la voluntad –y la capacidad financiera– del gobierno de turno. 

Un subsidio previsional puede gustarnos hoy (sobre todo si no hemos ahorrado mucho), pero mañana podría implicar una mensualidad muy reducida. Acordémonos de las minipensiones subsecuentes a la desaparición de los fondos del Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS).

Es cierto, con las AFP cada quien resulta dueño de sus ahorros y –cumplidos los 65 años– debería poder usarlos. Lamentablemente, por la regulación previsional, este dinero se ha administrado sin diversificar plenamente su riesgo global, limitándolo (por ley) a comprar pocos instrumentos locales y a financiar al erario nacional. 

Lo peor se da cuando sumamos los antecedentes. Es decir: a quienes todavía no cumplimos los 65, nadie nos puede asegurar que un rebrote inflacionario o una fuerte devaluación no licúe nuestros ahorros. Por ello, resulta envidiable la suerte de quienes hoy pueden poner a buen recaudo la mayor parte de su plata, antes de que pueda ser nuevamente ‘invertida’ para financiar al gobierno.

Dicho esto, la minoría con ahorros significativos que retire su plata tendrá efectivo y podrá elegir calidad y precio al mejor postor entre diferentes productos bancarios, de seguros y previsionales. 

El grueso de los afiliados, en cambio, tiene ahorros reducidos. 

Con esto, el monto mensual de su retiro programado o de renta vitalicia resultaría minúsculo. Es así o porque el gobierno no devolvió sus aportes pasados (los bonos de reconocimiento) o porque sus ingresos laborales fueron parvos. 

En estos casos, que el trabajador use su saldo para un viaje cultural, escaparse con una modelo o comprarse un quiosco resulta irrelevante. No tienen ahorros para comprar una jubilación apropiada. No ahorraron lo suficiente. No es el sistema, es su productividad. 

Algunos amigos socialistas nos venden la idea de usurpar los ahorros de las AFP para hacer obra pública o financiar las jubilaciones de otros –los románticos pilares solidarios–. Eso sí, solidarios con la plata de los que pueden ahorrar. 

Ojalá reaccionemos y no dejemos que nos pase lo que sucedió en Argentina. Que nos atrevamos a hacer las reformas de mercado requeridas para propiciar que todos tengamos la jubilación que nuestro propio esfuerzo produzca y no nos contentemos con socializar la plata de otros. Plata que, dicho sea de paso, no alcanzaría ni resolvería nada.