¿Cuáles son los países más libres?, por Ian Vásquez
¿Cuáles son los países más libres?, por Ian Vásquez
Ian Vásquez

“Nada hay más fecundo en maravillas que el arte de ser libre”, decía Alexis de Tocqueville, “pero nada asimismo tan duro como el aprendizaje de la libertad”.

Un nuevo “Índice de libertad humana” –publicado esta semana por el Instituto Cato en Estados Unidos, el Instituto Fraser en Canadá y el Instituto Liberales en Alemania– nos permite apreciar mejor esa observación. El índice mide 76 indicadores de libertad en 152 países de una manera amplia, tomando en cuenta libertades personales, civiles y económicas como por ejemplo la seguridad, la legalidad de las relaciones homosexuales y las libertades de prensa y del comercio.

Según el reporte, del que soy coautor con Tanja Porcnik, las jurisdicciones más libres del mundo son Hong Kong, Suiza, Finlandia, Dinamarca y Nueva Zelanda. Canadá ocupa la posición 6, muy arriba de Estados Unidos que se encuentra en la posición 20. En América Latina, los países más libres son Chile (18), Uruguay (34), Costa Rica (39) y el Perú (47). El menos libre de la región es Venezuela (144). (No medimos Cuba por falta de datos confiables).

El aumento de libertad en el Perú ha sido impresionante desde los noventa, pero todavía no figura entre los países más libres del mundo. Ha mejorado lentamente desde el 2008, cuando ocupó el puesto 52. Registra puntos mediocres en varias áreas, como por ejemplo respecto a la autonomía de las organizaciones profesionales y educativas de los poderes oficiales. El punto débil, sin embargo, es el Estado de derecho. El debido proceso, la independencia de las cortes, la justicia penal, la protección de la propiedad privada y demás áreas son altamente defectuosas. Si no se fortalecen, terminaran frenando cada vez más al auge de libertades que ha vivido el Perú.

También frenarían el progreso en general, pues la libertad va de la mano con el bienestar humano. Las naciones que se encuentran entre las 38 más libres del mundo, por ejemplo, mejoran notablemente su ingreso per cápita, que promedia US$30.000, comparado a US$6.400 del segundo cuartil de países más libres. 

Una de las lecciones del índice es que los países que tienen altos niveles de libertades personales y civiles tienden a tener altos niveles de libertad económica, lo que sugiere que es difícil gozar de una multitud de libertades si se restringe la económica. Quienes abogan por mayores libertades deben promover la libertad en todas sus dimensiones. 
Esta es una lección tanto para países en desarrollo como para países ricos. Por ejemplo, la posición relativamente baja de EE.UU (20) en el índice es muy llamativa. Esta refleja un declive de largo plazo en su libertad económica y una caída preocupante en sus indicadores de Estado de derecho, la cual se debe a las guerras contra el terrorismo y las drogas y al debilitamiento de la propiedad privada.

Puede ser llamativo también que Hong Kong, territorio sin democracia, ocupe el primer lugar. A pesar de considerarlo importante, no medimos la democracia en el índice porque no es sinónimo de libertad (las libertades pueden aumentar o caer en democracia). Sin embargo, encontramos una relación fuerte entre la democracia y la libertad, lo que hace de Hong Kong un caso bastante único. No nos sorprendería que en futuros índices (el actual recoge data hasta el 2012) caiga Hong Kong en la medida en que China, al desalentar la democratización, incremente su intervención en las instituciones del territorio.

No hay nada que garantice que la libertad se mantenga en ninguna sociedad, aun cuando algunos países han podido mantenerla con más éxito que otros. Esperamos que el índice nos ayude a ver el papel que la libertad juega en el progreso humano y, al mismo tiempo, el sinnúmero de factores que influyen sobre ella.