Sucesión fujimorista en la empresa familiar, por A. Maldonado
Sucesión fujimorista en la empresa familiar, por A. Maldonado
Arturo Maldonado

Los problemas al interior del fujimorismo evidencian los problemas de sucesión en el partido tras la supuesta salida del fundador Alberto Fujimori. En esta pugna, Kenji Fujimori representa al llamado ‘albertismo’, la corriente más cercana al líder original. Por su lado, Keiko Fujimori, de alguna manera, representa una ruptura con la herencia paterna.

En otro ámbito, la pugna por la herencia del padre entre los hijos es una situación recurrente en las empresas de propiedad familiar. Generalmente, tras el retiro del fundador, la compañía tiene muchos problemas para administrar su futuro. Según cálculos del Family Business Institute, solo el 30% de estos negocios sobrevive en la segunda generación. 

Uno de los primeros problemas surge cuando el fundador no ha preparado un plan que establezca claramente cuáles son las reglas de juego de la sucesión. El segundo problema es que el fundador no siempre escoge al mejor sucesor. Finalmente, las empresas de propiedad familiar sucumben debido a las rivalidades intrafamiliares. 

El problema más álgido es el quién. Se ha estudiado que generalmente los fundadores no escogen al sucesor más adecuado debido a que factores personales y emocionales median en su decisión. Por ejemplo, se podría escoger a un hijo cuando una hija es la más adecuada para la conducción de la empresa. O se podría elegir al primogénito cuando uno de los hijos menores es el más adecuado. En estos casos, muchas veces la tradición familiar va en contra de la meritocracia. 

La falta de claridad en las reglas de sucesión y la falta de meritocracia gatillan las pugnas entre miembros del clan. Estas son difíciles de resolver en el mismo entorno familiar. Por eso, los casos exitosos de transferencias de mando se dan cuando un intermediario resuelve las diferencias. En algunos casos, se firma un protocolo familiar donde se deja por escrito los derechos y deberes de los miembros de la familia.

Las analogías con lo que ocurre en el fujimorismo son evidentes. El fundador del fujimorismo no se ha manifestado claramente acerca de quién sería su sucesor. El padre tiene un apego especial con Kenji, hasta parecía que lo entrenaba para sucederlo cuando lo llevaba frecuentemente en sus viajes por el país. El hijo sería el nuevo ‘Chino’. Sin embargo, Alberto le dio también espacio a Keiko al nombrarla primera dama de su gobierno. 

Luego, si fuera por méritos, ambos hijos lograron en su ocasión ser los congresistas más votados: Keiko en el 2006 y Kenji en el 2011 (y nuevamente en el 2016). Keiko tomó la posta tras el descalabro del fujimorismo a inicios del nuevo siglo, pero falló en alcanzar la presidencia en el 2011 y ahora en el 2016 la competencia está ajustada. Eso quizá ha hecho pensar a Kenji que, por qué no, él podría ser el verdadero sucesor.

Como se observa en las empresas familiares, estos problemas generan pugnas intrafamiliares. En el caso del fujimorismo, estas discrepancias se notaron hace unos días con la andanada de tuits que lanzó Kenji en plena campaña de la hermana, como si quisiera boicotearla. 

En caso Keiko Fujimori gane la presidencia, se habrá convertido en la sucesora por derecho propio y por méritos. El fujimorismo ya no necesitaría a nadie para resolver las pugnas intrafamiliares. El triunfo las zanjaría. Pero si no gana, entonces la pugna se podría tornar intensa y no se vislumbra quién puede hacer las veces de mediador entre una hermana perdedora y un hermano con aspiraciones. 

Finalmente, estas similitudes no hacen otra cosa que indicar que algunos partidos políticos parecen, a fin de cuentas, negocios familiares.