Sin voz electoral, por Arturo Maldonado
Sin voz electoral, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

En poco menos de un año, los peruanos volveremos a las urnas para elegir a un nuevo presidente. La frase anterior sería incorrecta si hubiera escrito “todos los peruanos volveremos a las urnas”. Como se sabe, por distintos motivos, no todos los peruanos pueden ejercer su derecho al voto en las elecciones. En la última elección presidencial, por ejemplo, más del 16% de los electores hábiles no asistió en la primera vuelta. En el 2006 este porcentaje fue inferior pero igual de significativo, alrededor del 12%. Un panorama similar se observa en elecciones subnacionales.

En poco menos de un año, los peruanos escogerán a su candidato favorito y el que obtenga una mayoría de votos será investido como nuevo presidente. De nuevo, la frase anterior sería incorrecta si hubiera escrito “todos los peruanos escogerán a su candidato”. Los ciudadanos no solo se ausentan en las elecciones, pese a que luego tendrán que pagar una multa, dado que vivimos en un país con voto obligatorio, sino que también optan por dejar en blanco o viciar su voto. Según datos de Infogob, en la primera vuelta de la elección del 2011 los votos blancos y viciados alcanzaron más del 12%. En la primera vuelta del 2006, este porcentaje sumó el 16% de las “preferencias”.

Es decir, tenemos que de 20% a 30% de los ciudadanos peruanos no están manifestando una preferencia y no están haciendo escuchar su voz en el sistema electoral. ¿Qué significa esto para la democracia peruana? Para muchos, este problema pasa desapercibido porque presumen que la cifra no es importante, pero que, en algunos casos, uno de cada cuatro peruanos no escoja un candidato o simplemente no se presente es un indicativo de que hay algo más.

En primer lugar, los que no van a votar no son una muestra aleatoria de la población, sino que comparten ciertas características. Por ejemplo, se sabe que distritos en la selva son los que presentan las más altas tasas de ausentismo electoral. Por ejemplo, en la provincia de , Loreto, tuvimos dos distritos con niveles de ausentismo de alrededor de 60% en las elecciones presidenciales del 2011. Es fácil ir a votar cuando tu máxima preocupación es el tráfico o la cola, pero no lo es cuando el local de votación está a horas en viaje por el río, lo que supone un gran esfuerzo de inversión de recursos y tiempo. Esta situación es una barrera muy grande para muchos compatriotas que deciden que no pueden invertir estos recursos para emitir su voto. Así, la voz de estos grupos específicos de la población no se estaría escuchando adecuadamente y posiblemente estén subrepresentados nacionalmente. 

En segundo lugar, los que vician su voto o dejan en blanco la boleta mayormente no lo hacen por equivocación al marcar o porque no les interese la política, sino principalmente es un acto de protesta frente a un grupo de opciones que no los satisface. En la última elección presidencial tuvimos 11 candidatos y, sin embargo, ninguno de ellos fue una opción para el 12% de ciudadanos. De tal manera, tenemos a un grupo cuya insatisfacción se expresa a través de la evasión electoral. El peligro es que, para estos ciudadanos, la continua insatisfacción política elección tras elección devenga en desinterés y finalmente en un pedido de que se vayan todos. Si sumamos ambos efectos, tenemos un coctel peligroso, pues al final podemos tener un conjunto significativo de ciudadanos que no tengan un compromiso con el mantenimiento del sistema político, pues este sistema o no los representa o no los satisface.