Zorros y erizos, por Richard Webb
Zorros y erizos, por Richard Webb
Richard Webb

PPK ha sorprendido con propuestas poco ortodoxas: un programa fiscal que para muchos corre riesgo de déficit, emisión de bonos, fortalecimiento del papel de la banca de fomento –en especial el Agrobanco y un banco para formalizar la minería– y un insistente énfasis en una “revolución social”. Pero hablar de ortodoxias es hablar de religiones, no de soluciones prácticas. 

El historiador y filósofo Isaiah Berlin observó que había dos estilos de pensadores, los erizos, que sabían una cosa y con esa gran idea explicaban todo, y los zorros, que sabían un poco de muchas cosas, basándose no solo en una ciencia sino en varias. Los zorros eran conscientes de la ambigüedad y contradicción de la vida, y tenían menos problema para improvisar soluciones ad hoc y adaptarse en el camino. 

Al psicólogo Philip Tetlock se le ocurrió comprobar cuál de esos estilos pensantes era más acertado cuando pronosticaba el futuro. Haciendo historia de los presagios económicos y políticos que cada intelectual había efectuado a lo largo de varias décadas, descubrió que el grado de acierto de los zorros era largamente mayor que el de los erizos. Para efectos de pronosticar, más importante que la creencia o “modelo” particular de cada intelectual era su estilo de pensar. 

La mala noticia es que el economista típico tiene más de erizo que de zorro. Según Tetlock, en comparación con la antropología, la sociología y la ciencia política, la economía tiende más al reduccionismo y a la parquedad cuando se trata de explicar o de predecir. Rara vez se informa de lo que dicen especialistas de otras disciplinas. El típico programa de estudio de posgrado en economía casi no incluye literatura proveniente de otras áreas de conocimiento. De igual manera, los economistas más premiados han sido los que supieron concentrar su aporte en una idea central, abstrayéndose de las complicaciones de la vida real. Pero lo que luce bien ante los colegas profesionales puede tener un valor negativo para la vida práctica. 

Así opinó Milton Friedman, uno de los fundadores de la ciencia económica moderna cuando dijo: “Los economistas hemos hecho un daño enorme a la sociedad y a nuestra profesión, ofreciendo más de lo que somos capaces de cumplir”. Sin embargo, creo que el dictamen de Friedman se debe complementar con una segunda observación. Es que, en gran parte, el servicio que la sociedad espera del economista no es realmente el pronóstico y la guía práctica. Más bien, cuando se trata de atreverse con un negocio o con alguna medida de gobierno, lo que se busca es coraje, como el que provee una barra en el estadio, y para eso el poco realismo del economista termina siendo una ventaja porque tanto el que alienta desde las tribunas como el que recibe ese ánimo entienden que no se trata de un ejercicio científico sino psicológico. 

En parte, el programa de PPK refleja una formación inclinada más al estilo del zorro que al del erizo. Tanto en Oxford como en Princeton, sus estudios combinaron economía con filosofía, historia y política. Además, se formó en los años 60 y 70 antes de las olas ideológicas que han dominado la profesión del economista desde entonces y que elevaron su carácter “erizo”. Felizmente, el mundo empieza a regresar hacia el estilo más abierto y práctico del zorro, muy en línea con el programa de nuestro nuevo gobierno.