Pobreza
Pobreza
Rolando Arellano C.

La noticia del INEI de que en el 2018 volvió a bajar el porcentaje de pobres en el Perú debe alegrarnos, pues ello es bueno para quienes dejan de serlo, y también para toda la sociedad. Buena reflexión para esta .

Salir de la significa, en lenguaje simple, que las personas que antes solo podían cubrir sus necesidades básicas, como alimentación y vestido, hoy pueden acceder a un bienestar superior. Así, pasar del 21,7% al 20,5% de pobres significa que hoy más de 300 mil peruanos tienen capacidad de decidir algunos tipos de consumo que antes no tenían: salir a comer un pollito a la brasa, comprarles a sus hijos un suplemento vitamínico o mejorar su cocina. Debemos alegrarnos por ellos.

Pero mucho más importante aun es el otro dato menos difundido: que los pobres extremos pasaron del 3,8% al 2,8% de la población. Como sabemos, el pobre extremo es aquel que no puede siquiera cubrir sus necesidades básicas, por lo que cada día que pasa tiene una vida más y más precaria. Así, debe contentarnos aun más que otros 300 mil peruanos estén hoy dejando de sufrir del hambre y del frío que tuvieron el año anterior. Y aunque es una vergüenza que tengamos pobres en esa condición, el dato muestra que nos acercamos rápidamente a la desaparición de esa injusticia.

Pero debe alegrarnos que los ex pobres no solamente tengan más recursos, sino que esa situación los empodera grandemente ante la sociedad. El pobre que antes solo recibía aquello que le ponían a su alcance, lo más simple y barato, hoy tiene la capacidad de escoger en dónde coloca sus recursos. Así, poco a poco empieza a ver que tiene poder sobre su propio consumo y sobre las empresas que le ofrecen productos y servicios. Y junto con ese empoderamiento, se incrementa también su autoestima, porque sabe que para ganarse su preferencia las empresas deben respetarlo y tomarlo en cuenta en sus decisiones. Tremendo cambio.

Por cierto, ese cambio nos trae bienestar a todos, porque al haber menos pobres habrá menos distancias sociales que ocasionan fricción y resentimiento. Y porque al haber mayor consumo de su parte, habrá más trabajo para todos y se impulsará el círculo virtuoso del crecimiento que se inició hace ya algunos años. Todo eso con la buena noticia de que el dato de menor pobreza en el 2018 probablemente muestra que el incremento que se dio el año pasado fue solo un accidente en el camino de mejora que empezó el país hace más de 15 años.

En fin, si en sus bienaventuranzas la Biblia nos dice que debemos alegrarnos por los pobres, que verán a Dios, conviene también alegrarnos por los que ya dejaron de serlo y pueden, además, vivir mejor en este mundo. Que tengan una buena Semana Santa.