Mario Saldaña

En psicología, la disociación “describe una amplia variedad de experiencias que pueden ir desde un leve distanciamiento del ambiente circundante hasta distanciamientos más graves de la experiencia física y emocional. La principal característica de todos los fenómenos disociativos consiste en el distanciamiento de la realidad, en contraste con la pérdida de la realidad, como ocurre en la psicosis”.

Creo que varios , más allá del ‘otoronguismo’ al que estamos acostumbrados, están cruzando el umbral que divide el interés personal o político para beneficio propio de actitudes más cercanas a una psicosis de grupo, si vale el término.

Abstraigámonos por un momento del pobre nivel de aceptación del Parlamento. La legislatura pasada cerró con un rosario de denuncias contra varios personajes por el recorte de sueldos a sus trabajadores.

Y la actual arrancó en medio de una gran polémica por la idoneidad del señor Alejandro Soto para asumir la presidencia del Legislativo, en atención a la gravedad de sus cuestionamientos ante la justicia y otros.

Pero, vamos, un acuerdo político es un acuerdo político, y los votos son los votos. Los y las mochasueldos siguen ahí como si nada. Y a Soto lo viene salvando la pésima gestión del Ejecutivo, entre otras cosas.

Sin embargo, ¿no es una actitud que está abiertamente fuera de la realidad que busquen –no todos los legisladores, por cierto– destituir a los miembros de la Junta Nacional de Justicia () por faltas o irregularidades –cuya gravedad y alcance habrá que ponderar objetivamente– con esa pesada mochila a cuestas de delitos y denuncias –probadas varias, aunque impunes– cometidas por varios padres y madres de la patria?

Aclaro: el Congreso tiene y debe ejercer su facultad fiscalizadora sin importar cargos, personas o instituciones. La Constitución y el voto popular le otorgan esa legitimidad y para eso está.

Por ende, discrepo de quienes vienen postulando que en la investigación a la Junta Nacional de Justicia o, en su momento, a la exfiscal Zoraida Ávalos los parlamentarios violan la separación de poderes y hasta cometen un “golpe de Estado”.

Pero el desarraigo cada vez más preocupante de varios parlamentarios de la realidad no puede llevarlos a investigar al “enemigo” sin haber tomado ninguna decisión relevante sobre los delitos cometidos en su institución.

Partir por “limpiar” primero la casa propia los pondría en mejor situación al señalar la basura acumulada en la ajena.

Mario Saldaña C. es periodista

Contenido Sugerido

Contenido GEC