Digo, es un decir, por Patricia del Río
Digo, es un decir, por Patricia del Río

De ambos candidatos que se disputan este domingo la segunda vuelta, es Keiko Fujimori la que más resistencia genera. Y por resistencia no me refiero al antivoto, que ambos tienen en altos porcentajes, sino al hecho de que aquellos que no votan por Keiko (y que no necesariamente lo hacen por PPK) consideran que la de ella no es una apuesta democrática, que un gobierno de Fuerza Popular es una vuelta inaceptable al pasado, que la presencia de la hija de Alberto Fujimori en Palacio de Gobierno es una ofensa para un país que vio cómo sus autoridades judiciales, militares, sus congresistas, periodistas y empresarios se sentaban en la salita del SIN a recibir cerros de dinero, a cambio de volverse cómplices del abuso de poder, del robo, de la mentira, de la prepotencia.

Y sí pues, eso es lo que sienten muchos peruanos. Tal vez no sean la mayoría, pero no son pocos, y si sale elegida Keiko Fujimori, digo, es un decir, ellos estarán ahí con su memoria, con su desconfianza y con su miedo. Porque, y tal vez esto es lo que le falta entender al “nuevo” fujimorismo, más que odio, en esos jóvenes y adultos que inundaron las calles rechazando la candidatura de Keiko Fujimori, hay temor. Está el terror de vivir, nuevamente, en un país en el que no existen, en el que a nadie le importa lo que piensen, en el que su voz será silenciada usando todos los mecanismos que el poder y el dinero permitan.

Porque no podemos negar que al final de los años 90 si no eras fujimorista, tu protesta no salía en las noticias, tu grito de cólera no traspasaba ningún muro, tu denuncia contra el abuso no era acogida por ningún juez, no era escuchada en el Congreso, no había Tribunal Constitucional que te defendiera. El pasado está ahí con todos sus hechos y sus fantasmas, y si bien Alberto Fujimori no es el candidato, Keiko estuvo sentada a la diestra de su padre, mientras miles de chicos que hoy no la quieren en Palacio eran perseguidos, asfixiados con bombas lacrimógenas, acosados por el SIN.

Por eso, si este domingo sale elegida Keiko Fujimori, digo, es un decir, a ella le toca gobernar respetando la diferencia, escuchando al que no la quiere, manteniendo la independencia de poderes. Y también les toca a los demás actores de la sociedad, como el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, el Congreso de la República, los medios de comunicación, las universidades, los ciudadanos, jóvenes, hombres y mujeres del Perú, hacer su trabajo, poner los límites, establecer los balances.

Porque si este domingo gana Keiko, digo, es un decir, el fujimorismo tendrá la oportunidad de hacer las cosas distintas… pero nosotros también.