Don Pésimo no quiere a nadie, por Rolando Arellano
Don Pésimo no quiere a nadie, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

¿Tendremos buenas noticias en el 2017? Aparentemente sí, pues como en la tarjeta de Navidad a página completa de este Diario deseando “Paz, amor y solo buenas noticias”, ya se observa un movimiento creciente de ciudadanos y empresas que busca enfatizar las noticias positivas, yendo contra el diario aluvión de noticias malas que nos traen los Don Pésimo de diversos sectores. Incorporarnos a este movimiento tendría muchas ventajas para todos. Veamos.

Primero, porque mientras las malas noticias crean desánimo, las buenas generan crecimiento y bienestar, pues hacen que todos se animen a esforzarse para que esas noticias continúen. Si en lugar de insistir en los sectores con problemas en el 2016, los especialistas enfatizaran más en que la Bolsa de Valores de Lima tuvo este año grandes crecimientos, muchos se animarían a invertir en ella, y así habría más fondos para desarrollar empresas y crear empleo. 

Segundo, porque siendo tan común que personas, noticieros y primeras planas se esmeren en hacernos ver lo malo que pasa, el dar buenas noticias nos puede diferenciar y hacernos notar. En medio de tantos temas negativos, la historia de un atropellado más ya no llama la atención y, por ello, aquella del exitoso pequeño exportador de café se vuelve atractiva. Lo blanco resalta entre todo lo negro.

Tercero, porque tal vez interese escuchar algunas malas noticias, pero nadie quiere que lo identifiquen como amigo o cercano a quien se especializa en darlas. Los Don Pésimo no tienen buena imagen y a la larga nadie quiere asociarse con ellos. La publicidad que muestra a una familia con espíritu navideño disfrutando un panetón se verá muy mal al lado de una larga fila de noticias sobre robos y violaciones.

¿Es que debemos ignorar las malas noticias? No, pues ellas existen y deben conocerse, pero nada nos obliga a darles prioridad sobre las buenas, que es lo que sucede hoy, cuando nos cuentan con gran detalle la manifestación contra la minería, y solo si queda tiempo o espacio nos avisan de la gran inversión en la nueva irrigación. Y nada nos impide resaltar la parte buena que tienen muchas desgracias, como cuando la trágica muerte de tres bomberos inició un movimiento para reconocer el trabajo y equipar mejor a ese cuerpo de voluntarios.

La mala noticia de este artículo es que nos hace entender que, aunque se presente como amigo, el objetivo de quien solo da malas noticias es hacer sentir mal a los otros; Don Pésimo no quiere a nadie. La buena noticia es que eso tiene solución si este nuevo año nos decidimos a no ser un Don Pésimo, y a tratar de convencer amablemente a quienes lo son que no les conviene serlo.