Elija a su corrupto, por Mariella Balbi
Elija a su corrupto, por Mariella Balbi
Mariella Balbi

Actualmente, el adjetivo más utilizado para la clase política nacional es corrupto. En buena cuenta, caco. Vivimos en una psicosis de desconfianza hacia los futuros gobernantes que está adquiriendo las mismas proporciones que el flagelo de la delincuencia. Estamos rodeados de rateros y ladrones variopintos. Para la vida política esta percepción ¿es buena o mala? Juzgue usted.

Desde el chismosón taxista hasta el más sesudo analista perciben que este gobierno ha buscado la demolición de la clase política desde el inicio. En boca de Jaime, conductor de taxi: “Humala está haciendo lo mismo que Fujimori, ha visto usted. Se está trayendo abajo a todos los partidos”. Al expresar mi desacuerdo con esta penosa realidad, Jaime replicó: “Pero está bien, limpiamos un poco”.

Quienes piensan así no se inquietan por saber que el filo del abismo de una democracia es la decadencia y craquelamiento de los zarandeados y criticados partidos. Ello tiene una intención electoral. El régimen no busca que el nacionalismo gane las elecciones, sino impedir que llegue su ‘bête noire’ (lo que detesta). Si es necesario llegar a lo más abyecto, pues ni modo. 

En ese contexto, Alan García se lleva las palmas del envilecimiento. Humala&Cía le crearon el plan Samper (recién conocemos el plan Pisco de ‘chuponeo’ masivo). La megacomisión hizo lo suyo con los llamados ‘narcoindultos’. Y ahora la artillería viene de Lava Jato. Si la señora Zaida Sisson, quien trabajó para José Dirceu –amigo de Lula y preso por corrupción– le dio billete, coima, ‘mensalao’ al gobierno aprista o no.

Los beneficios de Sisson por los supuestos sobornos suman, para un año, 210 mil dólares. Tampoco una gran cifra. Casi igual a las cuentas en el banco que no se conocían de Nadine Heredia. Sisson dice que aún la fiscalía no la notifica y que no hizo negocios en el Perú. Pero, oiga, cómo no sospechar de cualquier supertecnificada empresa brasileña trabajando en el Perú.

El procurador anticorrupción se despacha sobre la imperiosa necesidad de investigar a Alan García ya, ya. Nótese que a la procuradora Julia Príncipe le cayó la mordaza cuando opinó sobre la pertinencia de investigar a llan y Nadine Heredia. Doble rasero, pero no importa. Lava Jato alcanza también a la generosa amiga de la señora Heredia, Rocío Calderón Vinatea, con quien compartió una tarjeta de crédito, el alquiler de una veraniega casa y recibió dinero de Venezuela.

Además la señorita Calderón, ex funcionaria de la OSCE, tenía o tiene relación sentimental con un brasileño vinculado a las denunciadas como corruptas en Brasil: Galvao Engenharia y ex representante legal de Camargo Correa. Por eso el presidente Humala declaró que las comisiones investigadoras del Congreso, incluida la que involucra a su esposa, son “pura bulla”, destruyen la honra de las personas y gastan plata inútilmente. ¿La megacomisión entra en este rubro? Más bien nos urgió a desviar nuestra atención a la Interoceánica.

Sin haber ejercido la función pública, harto barro le ha caído a Keiko Fujimori. En la vitrina de la deshonestidad están también Alejandro Toledo, PPK y la ex alcaldesa de Lima. Cuidado si le dio la mano a Rodolfo Orellana. Elija a su corrupto favorito. Nomás no olvide el Caso López Meneses, aún oscuro. El de Belaunde Lossio. La caja de Pandora llamada DINI. El ‘selfie’ de Humala y la señora Sisson y la línea 2 del metro con un solo postor.