Elogio de la repartija, por Ricardo Vásquez Kunze
Elogio de la repartija, por Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

¿Alguien se ha puesto a pensar por qué son pocos los que han objetado que el Ministerio de Cultura esté en manos de la izquierda?

¿Claudia Cisneros, la celadora de la pureza moral de la patria, lo consideró como una “repartija del Estado y sus instituciones” para pagar favores electorales? ¿Alguien puso en entredicho la idoneidad profesional del ministro por ser de izquierda? ¿Yo mismo no he escrito una columna en esta tribuna a favor de sus habilidades políticas y cualidades ministeriales?

El hecho por el que nadie medianamente inteligente ha objetado esta situación es porque intuye que un gobierno de legitimidad y autoridad tan frágiles como el de PPK está obligado a pactar con fuerzas políticas concretas o difusas a fin de obtener una estabilidad de la que solo carece.

Así pues, cuando la izquierda pasa a ocupar una cuota del Poder Ejecutivo nadie con sentido común debería rasgarse las vestiduras, pues es entendible que PPK provea una “buena situación” para un espacio político heterogéneo que, neutralizado, dejará de petardear al gobierno. ¿No es acaso una buena ganancia para PPK?
De tal manera que si esto es así, ¿cuál sería la razón para descalificar al nuevo jefe de la Sunat por “ser fujimorista”?

Para cualquier persona de buena fe, que la filiación política no sea la que determine la idoneidad para un cargo público es parte del compromiso con los valores morales y democráticos de nuestra cultura occidental. 

Por el contrario, inquirir y juzgar las filiaciones políticas para determinar, según el resultado, si alguien es apto para ocupar un cargo público es una visión totalitaria y fanática del mundo.

Es decir, lo único que debería importar en principio para que el señor Víctor Shiguiyama sea jefe de la Sunat son sus cualidades profesionales y éticas. Sin embargo, en la coyuntura de fragilidad política del gobierno de PPK, sí es absolutamente relevante que el señor Shiguiyama haya sido fujimorista y militado hasta hace poco en Fuerza Popular.

Pues resulta que ese partido político es el que tiene una mayoría absoluta en el Congreso, indispensable para que el Ejecutivo pueda gobernar durante los próximos cinco años. 

De tal modo que, aunque PPK niegue cualquier pacto de gobierno con el fujimorismo, es absolutamente democrático que la jefatura de la Sunat pueda corresponder a un intercambio político entre el Ejecutivo y la mayoría legislativa. 
Que alguien critique desde la moralina de izquierda un acuerdo político necesario para la gobernabilidad devela infantilismo e hipocresía.

Infantilismo, porque significa dividir el mundo entre buenos y malos, donde los malos –¡cómo no!– son “mis” enemigos. Pero tener de enemigo a la mayoría absoluta del Congreso no es infantil, es estúpido.

De otro lado, la crítica es hipócrita: ¿por qué la “repartija” es buena para Cultura y mala para la Sunat?