La sentencia llega luego que el CEO de Apple dijera la semana pasada en China que Facebook necesita ser regulado. (Reuters)
La sentencia llega luego que el CEO de Apple dijera la semana pasada en China que Facebook necesita ser regulado. (Reuters)
Marco Sifuentes

Acabo de bajar toda la información que Facebook ha acumulado sobre mí desde que me uní, en noviembre del 2007. Suman 1,39 giga-bytes, esto es más de 4.500 documentos promedio de Word, poco menos que 746 millones de palabras describiendo cada aspecto de mi vida.  

Esto incluye absolutamente todos los números de teléfono que haya guardado en todos los dispositivos que he tenido en los últimos diez años; todas las aplicaciones que he instalado en ellos; los IP de todos los lugares del mundo por los que he caminado y a qué hora exacta me conecté a través suyo; las solicitudes de amistad enviadas (e ignoradas) que había olvidado; en qué fecha exacta alguien me solicitó amistad; a quiénes he borrado; con qué aparatos he tomado fotografías; todas las imágenes privadas que me mensajearon; qué anunciantes tienen mis datos de contacto (¡hola, Rímac Seguros!); mi clasificación para los anunciantes (“Adult Established Life”, quién lo diría); en qué avisos di clic y cuándo; absoluta e implacablemente todos los chats que he tenido; los videos de stories que debieron haberse desvanecido en el éter pero que aquí están, recordándome la vieja máxima: nada se borra de Internet. 

Todo el mundo puede efectuar esta autoauditoría: es cuestión de ir a la sección de Configuración de Facebook y solicitar una copia de tus datos. Y muchos lo estamos haciendo, en parte por morbo, en parte por el escándalo de Cambridge Analytica (CA), que ha provocado la mayor caída de la historia en la empresa de Zuckerberg (ha perdido unos 87 mil millones de dólares desde que se destapó el caso). 

CA ha sido puesta al descubierto gracias a las investigaciones de la prensa británica. Las revelaciones incluyen el uso masivo de los datos de millones de usuarios de Facebook para construirles realidades virtuales ad hoc a cada uno. Es decir, bombardear a la gente no solo con avisos, sino –y esto es quizás lo más importante– con ‘fake news’ literalmente personalizadas, construidas con precisión monstruosa gracias a datos como los del inicio de esta columna. El CEO de CA también ha sido grabado ofreciendo servicios de chantaje sexual a opositores políticos. Esto va más allá de los likes que das o de marketeros fanfarrones. Las autoridades respectivas están investigando cuán involucrada estuvo CA en la elección de Trump o en el ‘brexit’. Por cierto, en su aviso oficial, aún disponible en You Tube, CA expone que realizó al menos una campaña en el Perú.  

Ciertamente, las redes sociales y su manipulación abusiva no son los únicos factores que determinan una elección. Pero también es cierto que la política es, cada vez más, un asunto virtual (por ejemplo, la calle jamás se dio cuenta de la caída de PPK). Y esto es responsabilidad, principalmente, de todos los que, hace mucho, optamos por sacrificar nuestra privacidad a cambio de las múltiples comodidades de la interconexión permanente. El mundo feliz de Aldous Huxley es una realidad. Le hemos entregado la esfera pública a un grupito de algoritmos desarrollados por voluntariosos nerds para corporaciones totalizantes. Por ahora, lo único que podemos hacer es vivir advertidos.