(Foto: Congreso de la República).
(Foto: Congreso de la República).
Fernando Vivas

Manual doméstico de solución de crisis, sacado de mecánica popular: Tú la fregaste, cariño; no sé cómo, pero tú la arreglas. Apliquemos el manual a cada actor del trance.

Con tanta duda e intolerancia a los obstáculos, mejor hubiera renunciado junto a para acelerar la transición hacia elecciones en el 2017. Pero no lo hizo y nos sorprendió surfeando sus buenas olas hasta que ahora, no tan lejos de la orilla, lanza la bomba del “nos vamos todos”. ¿Cómo la sigue? No solo confrontando, sino negociando para salvar algunas reformas, avanzar los planes de competitividad e infraestructura promulgados y tener una fecha de elecciones que no podría ser –¡no hay tiempo!– abril del 2020 sino más tarde. Ah, porque si insiste en el ‘deadline’ de un año, tendría que forzar otra cuestión de confianza para disolver a la mala o renunciar y dejar al a la cabeza. Ya notificó su desprendimiento de poderoso; ahora que demuestre su responsabilidad de gestor.

Que asuma este señor que en su afán por presidir el Congreso fue un fujimorista más, dando la impresión de que Fuerza Popular recuperaba terreno y, por lo tanto, Vizcarra tenía que golpear otra vez. Ni siquiera tiene un visible rollo anticorrupción. ¡Que muestre su independencia y sea la bisagra entre poderes que nos urge!

Mercedes Araoz: Como vice sorprendida con la bomba, su rol está condicionado a que Vizcarra renuncie o a que lo vaquen. Por eso, se está alimentando la teoría conspiranoica de un gobierno suyo sostenido por la mayoría naranja. En verdad, ello sería constitucional pero inviable, pues carecería de una pizca de legitimidad. Bien haría Araoz en destruir esa teoría y ponerse a disposición de los acuerdos políticos.

Si sigue dudando sobre su futuro en la política (le dijo a Patricia del Río que lo suyo es la escena), no debió aceptar el reto de la PCM. Pero lo hizo y ahora cumple su papel de respaldar y traducir a Vizcarra. Que le deje al presidente el juego confrontador y se aboque a salvar gestión y reformas.

Podría recuperar su libertad el 9 de agosto, día en el que la Corte Suprema revisará su caso. Su futuro judicial y político sigue en juego, y está obligada a reivindicarse, en algo, de habernos dejado a una mayoría sin bridas. Si aún su gente le hace caso, que se saque (y les saque) de la cabeza que la lógica es vengarse de Vizcarra a costa del país.

Ministros, apepistas, ppkausas sorprendidos con la bomba, cabezas de la justicia que son los que llevan las riendas de la lucha anticorrupción (y no el presidente), metan su cuchara para salvar estabilidad y calendario.