Gracias por producir, por Rolando Arellano
Gracias por producir, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

Dentro de la avalancha de malas noticias sobre el comportamiento de políticos y empresarios, resulta muy refrescante conocer de la condecoración de la Orden El Sol del Perú al ingeniero Samuel Gleiser Katz. Con ello se expresa que para el país los empresarios son importantes y a la vez se reivindica la denominación de empresario, que tan maltratada está en estos momentos.

A diferencia de muchos países donde los que crean empresa son reconocidos por la sociedad en la medida en que arriesgan su esfuerzo y su dinero para generar el trabajo y los bienes que todos necesitan, en nuestros países se les reconoce raramente. De hecho, en la lista de receptores de la Orden El Sol, quizá la más importante condecoración del país, se encuentran educadores, artistas, periodistas e intelectuales diversos, pero muy pocos empresarios peruanos. Eso muestra lo poco que entendemos la labor de las empresas como creadoras de la riqueza de una nación, y menos vemos que detrás están los empresarios que las crean y hacen funcionar.

No entendemos primero que el futuro laboral de nuestros hijos podrá ser básicamente de tres tipos. Uno, ser empresario y generarse su propio puesto y sus ingresos. Dos, encontrar trabajo en una empresa en la cual uno o muchos empresarios han puesto su esfuerzo. O tres, trabajar en alguna institución estatal financiada por los impuestos que pagan las empresas productivas, como la Constitución consagra. Así, aunque con mucha frecuencia lo olvide, hasta aquel profesor de humanidades de la universidad estatal tremendamente crítico del empresariado recibe su salario de los impuestos recolectados a las empresas que crearon la riqueza.

No entendemos tampoco que ser empresario es una esencia y no un tamaño. Así son igualmente empresarios del transporte el taxista y el dueño de la aerolínea, y del comercio lo son tanto el dueño de la bodeguita como el de la cadena de supermercados. Asimismo el campesino minifundista y el exportador de alcachofas son empresarios de los agronegocios. Y si lo dicho aquí nos hace sonreír, es porque no hemos entendido que un elefante pequeño no es un ratón, sino un elefante pequeño. 

En fin, en medio de las malas noticias y los grandes problemas que tiene hoy el gobierno, resulta refrescante que el presidente de la República se dé un momento para reconocer el aporte de un gran empresario, que además ha sido impulsor del desarrollo gremial y de la apertura comercial del Perú al mundo. Quisiera por ello interpretar que el presidente Kuczynski, en nombre de la nación que somos todos, con esa condecoración al ingeniero Samuel Gleiser quiso decirles a los millones de empresarios del país: gracias por producir. Bien.