Haré llano el camino, por Rolando Arellano
Haré llano el camino, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

En estos tiempos, cuando las empresas empiezan a hacer sus presupuestos y a planear sus actividades del año siguiente, algunas personas se preguntan si es eficiente dedicarle tiempo al planeamiento en un ambiente tan inestable como el que vivimos. La respuesta a esa indecisión está en la misma pregunta, y quizá tiene que ver, como descubrí hace algún tiempo, con el origen de mi apellido.

Primero debe entenderse que la palabra ‘planificar’ viene de ‘hacer plano’, ‘aplanar’. Es decir, hacer más fácil el camino que existe entre el presente y los objetivos que la empresa pretende lograr. Planificar no significa entonces solo decidir a dónde quiere uno llegar, sino también, y sobre todo, prever la forma de sortear los problemas que se pueden presentar para llegar allí. 

¿Pero qué sucede con la planificación cuando el futuro es incierto, como en la actualidad peruana, en que la inestabilidad económica y el dificultan prever lo que sucederá? ¿No existen muchas más posibilidades de equivocarse, por lo que resultaría mejor esperar un poco a que el ambiente se calme antes de empezar a hacer planes?

La respuesta a esas interrogantes está en la pregunta misma, pues el lector entenderá que al haber más incertidumbre, es decir, mayor probabilidad de que el camino sea escabroso y difícil, la empresa necesita prepararse mucho más para aplanarlo si quiere llegar a su objetivo. Por el contrario, si todo fuera muy estable y relativamente conocido, resultaría menos útil dedicar tiempo a pensar en el futuro, pues haciendo lo mismo de siempre se obtendrían los resultados usuales.

Existe, por cierto, una tercera opción, que es actuar de la manera más simple en el corto plazo, esperando a que pase la turbulencia para decidir con más detalle. Esa posibilidad es válida si no fuera por lo que observamos en nuestro análisis del mercado actual peruano, en que muchas empresas limitan su estrategia a bajar los precios de sus productos. Tal vez con ello algunas logren subir algo sus ventas, pero a costa de disminuir sus utilidades y con el riesgo de generar una guerra de precios que termina dañando a todo el sector. Más aun, como lo veremos en el , lo están haciendo sin considerar que los estudios muestran que el consumidor peruano se ha vuelto hoy más exigente con la calidad que con el precio (y sacrifica otros consumos para no perder la calidad deseada), que hay muchos segmentos del mercado que aún están dispuestos a comprar, y que existen herramientas para vender sin perder valor de marca (como algunos tipos de promociones bastante apreciadas). 

Y a todo esto, disculpe el lector por traer a colación una leyenda que escuché sobre mi apellido, originado supuestamente en un pequeño reino del norte de España, en un castillo cercado por los moros del que nadie se atrevía a salir a buscar ayuda. En esa situación, un siervo le dijo al rey: “Su majestad, yo haré llano el camino”. Así quería señalarle que él haría fácil el camino que para otros era duro y peligroso. Tras regresar con ayuda, liberado el castillo y roto el cerco moro, en recompensa fue nombrado caballero “aré llano”. Parece que la predestinación sí existe.