Al ignorar la importancia de las mujeres en la conducción de la sociedad, el gobierno del presidente Pedro Castillo estaría iniciando un enorme retroceso social. En otro tono, pero con la misma tendencia de lo que sería la peor consecuencia de lo que hoy ocurre en Afganistán. Veamos.
Luego de años de crecimiento de la fuerza de las mujeres en la política peruana, con un Congreso con muy alta representación femenina y con leyes que exigen mayor equilibrio de género en los cargos estatales, este gobierno revierte la tendencia. No solamente nombra a 2 mujeres en un Gabinete con 17 varones, sino que les asigna aquellos ministerios con funciones del clásico estereotipo femenino. Les da, así, el Ministerio de la Mujer y el, supuestamente maternal, de Inclusión Social, pero no los de Transportes, Economía o Defensa, que serían “cosa de hombres”. Y si el Gabinete es el símbolo, no es la excepción, porque no existe ningún vocero femenino remarcable en el oficialismo. No llevan velo, pero están veladas.
¿Necesita nuestra política más mujeres? Más allá de respetar los derechos del 50% de los ciudadanos del país, su mayor sensibilidad es vital para generar un país armonioso. Mientras a los hombres nos preocupan más la economía o el patrimonio (de allí el nombre, de ‘padre’), ellas buscan también la convivencia (matrimonio viene de ‘madre’). Y mientras ellos se contentan con usar un sombrero distinto, ellas son las verdaderas guardianas de la tradición en sus trajes, comidas y trasmisión del idioma. Son las matronas las que ayudan a nacer a las personas, y por algo la membrana que protege el cerebro se llama duramadre y no duropadre. Sin duda, un Gabinete con más mujeres no habría cometido la imprudencia de “ponerse machito” luego de recibir el voto de investidura.
¿Se trataría de una exclusión premeditada de la mujer? No lo creemos, porque más allá de las expresiones machistas del primer ministro, Guido Bellido, no hay indicios de un planteamiento ideológico sobre el tema. Algo así hubiera hecho (más) difícil la posición de las lideresas de izquierda que hoy apoyan al Gobierno. Pero la falta de ideología es más peligrosa, pues mostraría una misoginia propia de las épocas de condescendencia de nuestros abuelos. Es un fenómeno de otro nivel, pero presente con la misma naturalidad con lo que el talibán piensa sobre la mujer.
En fin, además de exigir respeto por aspectos políticos y económicos, para no acercarnos a Corea del Norte o Venezuela, no debemos olvidar exigirlo también por los derechos y los aportes de las mujeres peruanas, para no acercarnos a Kabul.
Les deseo a todos, mujeres y hombres peruanos, una gran semana.