Una Lima que sigue cambiando, por Rolando Arellano
Una Lima que sigue cambiando, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

Han pasado 13 años desde la publicación de la primera edición de “Ciudad de los Reyes, de los Chávez, los Quispe”, donde mostrábamos los inmensos cambios sociales que se habían dado en Lima debido a las migraciones. Hoy, ad portas del aniversario 482 de la ciudad, vemos que los cambios siguen, a una velocidad más grande de la que todos habíamos imaginado.

En el 2004 hablábamos que Lima se había convertido en un crisol, el lugar donde se mezclan los metales, de todas las regiones del Perú, dando origen a la aparición de la primera nación peruana. Por primera vez en Lima, decíamos, se mezclaban el cebiche costeño con el charqui serrano y el tacacho selvático, para dar origen a la primera cocina peruana integral. Trece años después, la cocina peruana ha traspasado las fronteras del país, pero también se ha popularizado tanto que empieza a dar origen a movimientos integradores culinarios en las regiones. Hoy, por ejemplo, los cocineros arequipeños se unen para repetir, en su nivel, la experiencia nacional forjada en la capital.

Hoy también vemos una consolidación de las diversas zonas de Lima, que antes eran simplemente satélites del centro, al punto que solo los desorientados usan aún la denominación ‘conos’ para referirse a esas zonas. Incluso, al inicio nosotros preconizamos llamarlas nuevas Limas, pues la palabra ‘cono’ había tomado un sentido peyorativo. Hoy ya son simplemente Lima norte, Lima centro y Lima sur, y varios municipios lo han asumido como denominación oficial. Y más allá del nombre, hoy cada Lima se está volviendo más autónoma, pues tiene sus propios servicios comerciales, educativos y productivos. 

Y se observa además un cambio muy profundo en la estructura de la sociedad. Si antes se aceptaba sin dudar que “los pobres” vivían en la periferia y los ricos en la Lima central, hoy ninguna persona informada puede sostener lo mismo. Incluso los ciudadanos más tradicionales y recalcitrantes ven que en la sociedad de barrios diferenciados en que ellas vivieron, las mezclas de estilos de vida son mayores que las del dinero o la alcurnia. La muestra está en la avenida Arequipa, que durante un siglo fue el símbolo de ese poder social y hoy resalta por ser la sede de institutos y universidades para los limeños de todas partes.

Y quizás el cambio más marcado, en este resumen de muchos otros cambios más, es la fuerza con que los nuevos limeños, que son más de dos tercios de la capital, empiezan a reclamar el mismo respeto a sus derechos que el que reciben los limeños tradicionales. Lo estamos viendo ahora con el peaje de Puente Piedra y lo veremos con mucho mayor fuerza en los años que vienen. ¡Feliz aniversario, Lima!