(Foto: Archivo El Comercio)
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Rolando Arellano C.

Para el último accidentado censo, los nikkei, descendientes de los japoneses que llegaron al Perú a comienzos del siglo pasado, hicieron un movimiento para que se reconozca mejor su presencia aquí. Eso muestra una identificación con el Perú que se debe reconocer, sobre todo ahora que celebran su semana cultural.

Quizá su aporte más notorio es la frescura que tomó nuestro cebiche, que antes cocinábamos largamente en limón, al asimilársele la técnica del sashimi, el pescado crudo. Humberto Sato con su chita a la sal, Darío Matsufuji con el primer Matsuei y el toque criollo de Rosita Yimura, fueron precursores de la nueva cocina peruana. Vendrían luego otros como el ‘achica precio’ Toshiro Konishi, que me dijo que creó el ‘incamaki’ en homenaje al Perú, y, con más de 40 años aquí, el purista Muneaki Fukasawa, del Fuji. Pero antes de esa fusión, los nikkei se distinguían por sus cafeterías con fuentes de cau cau, sánguches de jamón del país y gran café con leche en vaso. Su sabor es ya tan nuestro, que no sorprende que el Maido de Mitsuharu Tsumura sea el mejor restaurante latinoamericano del 2017.

La ‘mistura’ se dio también en la política, donde la familia Fujimori genera debate pero no indiferencia, y el eterno alcalde de Chorrillos es Augusto Miyashiro, del mismo apellido de Marco, ex ministro y captor de Abimael. Y sus actos los analizan politólogos como Martín Tanaka y economistas como Gustavo Yamada, en su silla del BCR. Y si temblamos con la embrujada casa Matusita, los terremotos serios los estudia Julio Kuroiwa, nikkei de Cañete.

Por cierto los nikkei están presentes en toda nuestra música, desde la folclórica, con Angélica Harada Princesita de Yungay, el vals criollo con Luis Abelardo (Takahashi) Núñez y el nuevaolero César Ichikawa, primera voz de los Doltons. Eso mucho antes de Godzilla, los Power Rangers, Astroboy, el manga y el anime, creaciones japonesas que vimos en televisores comprados en tiendas Hiraoka, a donde llegábamos en motos Honda o Suzuki que aquí transformamos en mototaxis.

El billarista vicecampeón mundial Humberto Suguimitzu, el futbolista Jorge Hirano y hasta un torero, Ricardo Higa, destacan en deportes, mientras otros brillan en el arte. La pintura mestiza de Tilsa Tsuchiya, las obras de Haroldo Higa, los cerámicos de Runzie Tanaka, los poemas de José Watanabe y las narraciones de Fernando Iwasaki, muestran su integración a esta sociedad.

En fin, entendiendo nuestras grandes bases indígena, europea, africana y luego china, debemos también reconocer el aporte de los peruanos nikkei, la más grande comunidad japonesa en América Latina luego de Brasil, a la gran cultura mestiza peruana de hoy. Que tengan una gran semana.

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