Una placa para los padres de la patria, por Rolando Arellano
Una placa para los padres de la patria, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

Los peores padres se despreocupan totalmente de las necesidades de sus hijos, los abandonan o no les dan recursos para vivir y educarse. Los segundos peores padres buscan que sus hijos estén contentos solo en el corto plazo y los tienen felices porque les dan todo lo que piden, no los obligan a estudiar, y si quieren malgastar sus ahorros, no los frenan. Esta parece ser la actitud de los llamados “padres de la patria”, nuestros congresistas, al aprobar que las personas retiren sus fondos de pensiones al cumplir 65 años. 

No es que el sistema actual sea ideal, pues hay formas de hacerlo más eficiente y rentable para el pensionista. Pero si nuestro hijo no quiere ir al colegio porque no hay suficientes horas de educación física, la solución no está en sacarlo del sistema para que aprenda solo. Quizá el joven estará feliz con su padre por ello, como lo están muchas personas cuando los políticos toman actitudes populistas como la que ocupa esta columna, pero se lo recriminará duramente cuando el tiempo le muestre lo mal que hizo al no haberlo obligado a estudiar. 

Evidentemente no hablamos aquí de niños, sino de personas muy mayores, que supuestamente tienen capacidad de tomar decisiones racionales sobre su vida. Por ello, han decretado no obligarlos a guardar los ahorros para tener una pensión segura y permanente en su vejez, sino dejarlos que decidan sobre la forma en que van a usarlos o invertirlos. Ellos –dicen– lo invertirán mejor que cualquier banco o especialista en el tema.

Con esa lógica, podríamos pensar que las próximas medidas que daría este Congreso, si tuviera tiempo, serían eximir a los mayores de 65 años de la obligación de respetar los semáforos (¿para qué poner reglas a gente que encontrará la mejor forma de transitar?), también la liberalización en ellos del uso de drogas (una persona racional se dará cuenta que no son buenas) y la eliminación del matrimonio civil (dos adultos de esa edad no necesitan de un documento para convivir civilizadamente). Y seguirá la devolución de todo lo que pagaron en Essalud (porque así administrarán mejor sus recursos cuando se enfermen), eximirlos del pago del SOAT, y la eliminación de otras “absurdas” obligaciones, que, en el mismo sentido de la decisión congresal, no respetan la libertad y racionalidad de las personas mayores. 

Por eso, sería bueno poner en alguna plaza pública una placa con los nombres de todos los congresistas que aprobaron esta medida. Para que hoy los aplaudan. Y para que en unos cuantos años, cuando muchos ex pensionistas vean que no tienen capacidad de mantenerse y el Estado no esté en condición de ayudarlos, puedan, ellos, sus hijos y sus nietos, recordar a esos padres (de la patria) que por motivos políticos no actuaron como padres responsables.