En el transcurso de esta semana la zona estará desinfectada, según Sedapal. (Foto: Giancarlo Ávila)
En el transcurso de esta semana la zona estará desinfectada, según Sedapal. (Foto: Giancarlo Ávila)
Fernando Vivas

No vino El Niño veraniego de siempre, vino con excremento. La realidad es tan pródiga que nos dio una figura pletórica para empezar el año: podredumbre líquida que emerge a la superficie del distrito más populoso del Perú, para que nos peleemos señalando a los responsables. Para que avancemos, fregándola.

La politización del caso es inevitable. Estamos bajo el signo de la lucha contra la corrupción y para saber si esta tiene algo que ver aquí, las fuerzas políticas agitarán a sus bestias negras y a sus rabos de paja. Sedapal, el responsable funcional natural que recibió las primeras alertas y está a cargo de la emergencia, ya dijo, en varios tonos y en la voz de la cabeza del sector, el ministro Javier Piqué, que la falla de origen es de quienes hicieron las obras del último tramo de la línea 1 del metro.

Como en el consorcio que hizo ese tramo estuvieron Odebrecht y Graña y Montero, el ‘yo no fui, fue Teté’ será bullanguero. En buena hora que se investigue y se discuta una vez más cómo se diseña, se licita, se ejecuta y se supervisa un supermegaproyecto en el Perú. En los intersticios de casa una de esas fases anida –ya lo sabemos– la corrupción, conviviendo con la ineficiencia y con los simples accidentes.

Aguas servidas, ocasión servida para repasar el inventario de nuestros males. En primer lugar, cabe recordar que estos no van solos, van en APP (asociación público- privada). Hay un extendido temperamento ciudadano que tiende a culpar de cualquier calamidad exclusivamente a las autoridades.

Los alcaldes , de Lima, y Álex González, de , tienen poco que responder. Son nuevos y ajenos a las obras. Sin embargo, produjeron una imagen funambulesca caminando de la mano sobre unas sillas hundidas en las aguas. En ausencia de un informe contundente sobre el desastre y sus responsabilidades directas, una imagen puede dar percepciones y explicaciones equívocas. Por supuesto, tampoco es recomendable que los alcaldes desaparezcan para evitar que se les asocie con un desastre. Están obligados a acudir de inmediato a encarnar el concepto sobre el que todos podemos entendernos: empatía.

Pero, aunque exculpados, los alcaldes tienen que hacer algo por representar el reclamo efectivo de los ciudadanos ante las fallas y postergaciones del Ejecutivo. González ya sabe que un ‘toco toco’ o helicóptero (y SJL tiene uno) sirve de poco. Muñoz ya sabe que la armonía con Palacio de Gobierno es una fantasía. Habrá una fuente permanente de tensión entre la queja y la obra. Por eso, vuelvo a la figura elocuente que nos ha entregado el verano: el hedor es insoportable, pero lo peor está saliendo a flote, podemos avanzar.