"La tribuna cerrada al adversario fiscalizador es un peligro tremendo para una democracia débil".
"La tribuna cerrada al adversario fiscalizador es un peligro tremendo para una democracia débil".
Fernando Vivas

El autoritarismo no solo nace de la voluntad, sino de la ocasión. No tenemos documentados, en la carrera de Martín , indicios de vocación antidemocrática. Pero en el interregno sin contrapeso congresal hay muchas tentaciones, varias culebras con manzanas prohibidas.

Vizcarra ha protagonizado dudas paralizantes, surfeos temerarios sobre olas ajenas, giros sorpresivos e irresponsables; ha ejecutado la disolución del Congreso que algunos llaman golpe (yo no, porque se balanceó, se cogió de un hilo de constitucionalidad); pero no le conozco, repito, un exabrupto tiránico.

Por el contrario, alentó un posible pacto con los que hubiera conjurado la disolución. Es cierto que Salvador del Solar, que llevaba la negociación, no tuvo mucho aliento suyo; pero si el pacto no hubiese sido saboteado por intrigas de ambos extremos, sí creo que el presidente y la mayoría congresal lo hubieran honrado. Estaríamos hoy con otro calendario: preparando elecciones adelantadas para los dos poderes. Sin interregno.

La tribuna cerrada al adversario fiscalizador es un peligro tremendo para una democracia débil. Es una tentación irresistible para los angurrientos de poder. Los ayayeros inflan sus planes y barajan escenarios perversos. Quizá el presidente pueda contener su apetito, pues el cargo ya le ofrece bastante en que ocuparse; pero algunos intolerantes de su entorno pueden pensar que el momento es único y hay que aprovecharlo. Carpe diem!

Solo así me explico la torpeza de sacar a del Canal 7 ad portas de un proceso electoral donde ejecutó una decisión que, según el consistente y reiterado relato de Hugo, no nació en él sino en gente que habría ‘envenenado al presidente’.

En el relato de Coya no hay nombres y apellidos y no los voy a poner yo en base a conjeturas. Pero conozco la historia del Canal 7 y estoy familiarizado con un patrón sistemático: el aparato de comunicación palaciego (en otros gobiernos también se sumaba el partidario, pero en este caso no lo hay) presiona por que se aireen sus contenidos y reclama cuando ve los de la oposición.

Recuerdo un revuelo mayor al actual, cuando la ex primer ministra Beatriz Merino amenazó a Toledo con renunciar si sus ayayeros seguían reclamando la cabeza del entonces jefe del canal, Eduardo Bruce, por las mismas razones por las que se ha reclamado la de Hugo. Bruce se quedó esa vez. Petrozzi está muy lejos de la solvencia política de Merino.

Solución: que el gobierno anuncie una reforma (hay varios proyectos trabajados) para convertir a TV Perú en canal público autónomo, con directorio mixto (Estado y universidades) que designa a un presidente. Y acabamos para siempre con el modelo de canal botín del gobierno de turno.