Sufragio universal en el 2046, por Rolando Arellano
Sufragio universal en el 2046, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

Un día de febrero del 2046 Alexander Gutiérrez, dueño de una bodega en Camaná, Arequipa, ve con sorpresa que ha sido escogido “el elector del año”. Él, y solo él, irá el día de las elecciones ante la gran computadora Univac que, los últimos cinco años, ha ido recopilando las tendencias, ideas, comentarios, comportamientos, compras y hasta sueños de los 56 millones de peruanos. Con esos datos la máquina ya conoce qué tipo de personas quiere la población para presidente, alcalde o congresista y puede definir a los ganadores de las “elecciones” del 2046. 

Sin embargo, siendo la realidad tan compleja, siempre le falta uno que otro dato para afinar los resultados con los que nominará a las autoridades. Por ello Univac escoge al ciudadano que considera más representativo  para responder a determinadas preguntas y, ese año, fue elegido Alexander. No le hace un examen de conocimientos ni le pide nombres, solo su opinión sobre temas diversos para ajustar la elección. Podría preguntarle si cree que debe aumentarse el sueldo mínimo o si le parece adecuado el precio de los huevos. Evidentemente, no solo registra sus respuestas en palabras, sino que también mide sus latidos, la sudoración y todo aquello que pueda dar la idea más exacta de lo que realmente piensa y siente “el elector”. 

En Camaná están emocionados de tener entre sus ciudadanos al personaje más importante del momento. “Arequipeño tenía que ser”, dicen en la capital de la región. Sus hijos están mucho más orgullosos, pues saben que su padre pasará a la historia como el “elector del 2046”. Pero Alexander está preocupado y nervioso por la gran responsabilidad que tiene entre manos. “No quisiera ser recordado como Yanpol Machuca, el elector del 2031 que hizo escoger al presidente Juan Aquiles, que en cinco años destrozó la economía del país”, dice.

Este relato, estimado lector, es una mala adaptación del cuento “Sufragio universal”, que Isaac Asimov escribió en 1955. Allí se adelantaba 60 años a lo que podría estar pasando en las elecciones del Perú hoy. En efecto, las grandes variaciones de intención de voto que vemos, generadas por algún comentarista, una encuesta o un chisme de Internet, muestran que nuestro Univac se llama hoy opinión pública, y que ante ella abdicamos nuestro derecho a decidir. Muchos no votamos por análisis o convicción, sino por lo que creemos que los otros desean, y cambiamos de opinión según las olas que allí se generan. 

Cambiar la situación es una gran tarea para los próximos años, para evitar que el futuro que imaginó Asimov nos alcance realmente. Pero, mientras tanto, cuando el próximo domingo estemos ante la urna, votemos sin presiones externas, pues nuestro voto es único y cada uno de nosotros es “el elector del 2016”.