(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)
Fernando Cáceres Freyre

El fin de semana se filtró al presidente afirmar frente a las autoridades de : “Ya ustedes saben cuál es mi posición, pero no puedo adelantarla públicamente”, “Hay argumentos para retroceder, ya se presentó [el recurso de revisión, se entiende]… vamos a hacerlo”, etc.

Una conversación que no se habría dado delante de todos los asistentes (ministros, representantes de la academia, gremios, etc.), sino en un aparte al que fue llevado el presidente tras una bien montada celada, donde terminaría siendo grabado.

Según , tras varias horas de diálogo, los alcaldes de Islay, Cocachacra y Deán Valdivia se habrían retirado abruptamente de la sala (argumentando que no querían más diálogo), frente a lo cual el gobernador regional Cáceres Llica habría ofrecido interponer sus buenos oficios para traerlos de vuelta: “Presidente, acompáñeme a convencerlos”.

Vizcarra confió, y varias veces. No solo les aceptó –en privado– buscar la manera de dar marcha atrás con , lo que se escucha en el audio. Les ofreció públicamente –a la salida de esa misma reunión– que el Minem revisaría las observaciones técnicas hechas por el Gobierno Regional de Arequipa vía el recurso de revisión, es decir, una ganancia política. También les concedió el 28 de julio proponer que reclamaban, otra ganancia política. Y todo hace indicar que encontró la forma de promover un pronunciamiento del Consejo de Minería, en el que, a propósito del recurso de revisión, pero sin pronunciarse sobre este (¿?), se suspende Tía María por 120 días. ¿A cambio de qué, presidente?

Lo grabaron el 24. Le mandaron el 25 el audio, (asumo que para amedrentarlo). Declararon el 25 mismo que anulaban la servidumbre de 49 hectáreas para el proyecto Tía María otorgada por Yamila Osorio, dejándolo mal parado de cara al 28 de julio, y por último filtraron el audio del “aparte” hacia el fin de semana último.

El manejo hecho por el Ejecutivo de esta crisis no se entiende. Concede una y otra vez sin recibir nada a cambio. Expone a su principal referente a negociar, en vez de enviar al ministro o al primer ministro. Y ofrece en privado algo que escapa a sus competencias, como si sus interlocutores fueran a guardar el secreto, y así. El efecto de todo esto no solo es económico, es empoderar a los radicales de izquierda (ya fueron por Quellaveco) y a los mismos fujimoristas (ya citaron a los ministros).

La falta de manejo de los conflictos sociales por Vizcarra está abriendo un mayor espacio político para opciones autoritarias de izquierda o derecha (¿ya vieron a Urresti ?). Frente a un gobierno sin autoridad, una narrativa ganadora de los candidatos de las siguientes elecciones será “yo sí impondré la mano dura”.

El adelanto de elecciones es ahora más importante, y lo más saludable para el país. No solo pensando en el Congreso, también en este Ejecutivo.