"Es esencial que Vizcarra y sus voceros hablen con la verdad, por muy dura que sea". (Presidencia)
"Es esencial que Vizcarra y sus voceros hablen con la verdad, por muy dura que sea". (Presidencia)
Pedro Tenorio

Hasta un mal político sabe dar buenas noticias. El reto para todo estadista es saber comunicar las malas minimizando su impacto y evitando así que se erosione su liderazgo. Ese es el desafío que desde esta semana enfrentará el presidente. Sin embargo, hoy viernes, que se cumplen 40 días del inicio del confinamiento social, el mandatario luce agotado. Y no es para menos. En realidad, todo el Ejecutivo se ve cansado y acusa lentitud ante ciertas urgencias. Es natural dada la envergadura de la pandemia, pero exige correctivos si se quiere evitar el deterioro político del Gobierno ahora que prorrogó por dos semanas más la emergencia.

Y es que todos empezamos a ver lo que temíamos que ocurriera: decenas de cadáveres en bolsas negras que se acumulan en morgues colapsadas (tanto en la inmediata Lima como en la alejada Loreto), personas que sucumben en los estacionamientos de los hospitales mientras aguardan atención (Lambayeque) y médicos en abierto enfrentamiento con ineficientes autoridades políticas (Piura). Súmese la situación expresada por varios analistas económicos que estiman que más allá de Reactiva Perú y demás planes para salvar miles de puestos de trabajo, muchas empresas cerrarán en las próximas semanas. La sombra de la quiebra, el desempleo y el hambre en los segmentos más vulnerables se ciernen sobre el país con mayor gravedad de la que estimábamos hace cuatro semanas. El Perú reacciona, cuenta con las herramientas humanas y financieras suficientes, pero será un camino doloroso para la mayoría (la última encuesta de Ipsos registra que más del 80% de entrevistados en el ámbito nacional han visto mermados sus ingresos). De ahí la urgencia del bono familiar universal anunciado.

Añádase otro dato analizado por este Diario: 52% de las familias reconocen que han experimentado últimamente problemas emocionales. Son un claro indicador de los refuerzos que deben implementar Vizcarra y su Comando en su comunicación política.

Hasta hoy al Gobierno le ha tocado compartir malas noticias, pero debido al avance de la pandemia todo indica que están por llegar noticias peores. Es con lo que tendrá que lidiar –más allá del combate médico al virus– y mientras más rápido se convenza de ello, mejor.

Para eso es esencial que Vizcarra y sus voceros hablen con la verdad, por muy dura que sea, respondiendo críticas y corrigiendo errores. Los ciudadanos perdonan el error, no la mentira. No puede arriesgar su liderazgo en días que serán los más críticos de esta guerra. Vamos con fe.

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