
La reciente inauguración del megapuerto de Chancay trajo consigo afirmaciones como las siguientes: “Seremos la puerta del comercio de Sudamérica”, “estamos ubicados estratégicamente en la región”, “aumentaremos los volúmenes de exportación agrícola”, entre otras.
Ahora, ¿qué tan cierto puede ser esto? Pongámonos a analizar los siguientes datos: el 6% de la agricultura peruana es industrializada, es decir, controladas por empresas formalizadas, mientras que, el 94% restante corresponde a familias y comunidades que viven de la agricultura.
Sin duda, hay una gran desventaja para aquella agricultura familiar y comunitaria que no tiene la capacidad, los conocimientos y facilidad para poder sacar sus productos al mercado nacional e internacional.
Entonces, ¿cuál es la solución? de manera general es lograr formalizar la agricultura por completo. Pero también se deben tomar en cuenta tres factores, los cuales son capacitación e innovación agrícola, gestión eficiente de los recursos naturales y políticas públicas efectivas que impulsen el desarrollo. Un ejemplo es el exitoso plan de “cooperativas agrícolas” que China implementó para eliminar la pobreza. Alrededor de 682.000 cooperativas se establecieron en los 832 distritos afectados por la pobreza; ello llevó a que 22 millones de personas salieran de esta situación.
La implementación de cooperativas agrícolas capacitadas por expertos, combinadas con políticas gubernamentales efectivas, posicionaría al Perú como la principal despensa de alimentos del mundo. El Perú cuenta con una de las biodiversidades más grandes del planeta, lo que le permite cultivar una amplia variedad de productos originarios de diversas regiones del mundo. Aprovechar este potencial impulsaría la producción sostenible y la competitividad en los mercados internacionales.
La reducción de la pobreza en el Perú depende de enfocarnos en las actividades principales de la población. La agricultura es una fortaleza que, bien aprovechada, podría convertir al país, verdaderamente, en “la puerta del comercio”.