¿Quién apagó la luz (verde)?, por Mario Ghibellini
¿Quién apagó la luz (verde)?, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

En solo cinco días, el gobierno conoció la semana pasada una versión abreviada de las plagas de Egipto. A la renuncia de la vicepresidenta Marisol Espinoza al partido nacionalista divulgada el viernes, se sumó el domingo una encuesta nacional de IPSOS donde la aprobación presidencial llegaba apenas al 14%; y el martes, la renuncia obligada (y en medio de abucheos por la destitución de la procuradora Julia Príncipe) del ministro de Justicia , así como el fallo del Tribunal Constitucional contra el hábeas corpus que ordenó archivar la investigación por presunto lavado de activos a . Y, aunque en apariencia solo este último asunto le concernía, la verdad es que ella y sus dificultades para comprender que su antiguo poder se ha extinguido han sido la causa eficiente de esa mala racha.

Quinua y ambrosía

La renuncia de a Gana Perú, ya se sabe, ha sido claramente consecuencia del maltrato que se le dispensó desde, digamos, Palacio durante los últimos cuatro años. Y las razones de la baja aprobación presidencial, consignadas en la propia encuesta, tienen que ver en gran medida con algunas sombras atraídas por la primera dama sobre la administración humalista (48% desaprueba al presidente porque considera que hay corrupción en su gobierno y 39% por su falta de liderazgo).

En lo que se refiere a la destitución de la procuradora y la renuncia del ministro Adrianzén, aunque en su mensaje a la nación del miércoles la señora Heredia quiso convencernos de que ha sido ajena al episodio (“La más perjudicada con la salida de Príncipe soy yo”, clamó compungida), es absolutamente inverosímil que no haya tenido conocimiento previo del contenido de una resolución que llevaba la firma de su esposo y que la tocaba tan de cerca. Después de todo, según confesión de ambos, ellos siempre trabajan en familia.

Algo parecido puede decirse sobre su afirmación de que se siente “decepcionada” con el Tribunal Constitucional por su reciente fallo. Un comentario en el que hay un ingrediente de sorpresa -como si no se llegara a creer que esto le pudiera estar pasando a ella- y otro de condena desde una posición de superioridad. Casi como si les dijera a los magistrados (o por lo menos a algunos de ellos):“yo no los puse ahí para que hicieran estas tonterías”.

Y si uno lo piensa con detenimiento, es verdad que hace un par de años, cuando la señora Heredia estaba en el esplendor de su poder y todo era néctar, quinua y ambrosía, esto habría sido impensable. El ministro de Justicia – al que ella llamaría quizás ‘mi ministro’ - se habría deshecho de la procuradora incómoda sin que una cantidad relevante de congresistas tosiera, y ningún fallo en tribunal alguno habría osado contrariarla. Porque el favor popular, lamentablemente, induce en estas latitudes a actitudes como esas: complacientes, cómplices, cortesanas…

Pero esas mareas cambian; sobre todo a lo largo de un gobierno sin glorias que exhibir. Y la que hacía navegar a la primera dama lejos de las tormentas cambió hace tiempo. Solo que ella no se ha dado cuenta.

‘Estás en nadine’

Es eso lo que explica que la mal llamada ‘pareja presidencial’ no haya anticipado que Marisol Espinoza estaba por tirarles los trastos por la cabeza, ni la contraola que generaría la destitución de la procuradora Príncipe. Y eso también lo que inflama sus discursos de indignación contra un fallo del Tribunal Constitucional que ha sido contundente (¡6 a 0!) y lapidario.

La antigua dispensadora de la luz verde, no consigue ahora arrancarle ni una chispa cetrina a la lámpara con la que alumbra sus pasos por Palacio. Y lo peor de todo es que no sabe que la expresión ‘estás en nadine, brother’ ya circula por las calles, y amenaza con volverse popular. 

(Publicado en la revista Somos el sábado 24 de octubre del 2015)